Aunque la Semana Santa suele coincidir con las vacaciones de primavera, en el calendario litúrgico representa el momento más relevante del año: se conmemoran la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, pilares centrales del cristianismo.
El primer día de este periodo es el Domingo de Ramos, fecha que recuerda la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, cuando fue recibido por la multitud con ramas de palma y olivo, aclamado como el Mesías. Esta escena está relatada en los cuatro evangelios del Nuevo Testamento (Mateo 21:1-11, Marcos 11:1-11, Lucas 19:28-40 y Juan 12:12-19).
El Domingo de Ramos varía cada año, ya que no sigue el calendario gregoriano, sino el calendario lunar judío, como ocurre con toda la Semana Santa. Esto se debe a que Jesús era judío, y muchos de los eventos narrados en la Biblia ocurrieron durante la Pascua judía, la cual comienza el 15 del mes de Nisán. Según los evangelios, la entrada de Jesús a Jerusalén fue cerca del 10 de Nisán.
Por esa razón, el Domingo de Ramos se celebra el domingo anterior al Domingo de Pascua. En 2025, el Domingo de Pascua será el 20 de abril, por lo tanto, el Domingo de Ramos se celebrará el 13 de abril.
Durante este día, los fieles acuden a misa para participar en la bendición de palmas, escuchar la lectura de la Pasión de Cristo y, en algunos casos, formar parte de procesiones que recrean la entrada de Jesús en Jerusalén. Las palmas bendecidas son llevadas a casa como símbolo de protección y paz.
En muchas regiones, especialmente en México, se elaboran figuras religiosas con hojas de palma camedor, tejidas en forma de cruces, cristos o corazones. Estas se venden en los alrededores de las iglesias o en mercados locales. Al año siguiente, las palmas secas se queman para obtener la ceniza utilizada en el Miércoles de Ceniza.
La Cuaresma impone la abstinencia de carne roja los viernes y el Viernes Santo, los domingos —incluido el de Ramos— son considerados días de celebración de la resurrección de Cristo, por lo que no se requiere ayuno ni abstinencia.