La depresión silenciosa, también conocida como depresión enmascarada, es un trastorno mental que no siempre presenta síntomas evidentes, lo que dificulta su detección tanto por parte de quien la padece como de su entorno cercano. A menudo, las personas que la sufren continúan con su vida cotidiana de forma aparentemente funcional, mientras libran una batalla interna que les genera un profundo desgaste emocional.
El médico neuropsiquiatra argentino Fernando Taragano explica que este tipo de depresión recibe el nombre de “silenciosa” porque lo que permanece oculto es precisamente la tristeza. A diferencia de otros cuadros depresivos, no necesariamente se manifiesta con llanto frecuente, aislamiento extremo o una evidente falta de ánimo, sino que puede confundirse con una tristeza pasajera o simplemente con fatiga.
Taragano subraya que lo que determina si se trata de depresión silenciosa es el impacto que los síntomas tienen en la calidad de vida del individuo. A menudo, solo un profesional de la salud mental puede distinguir entre un estado emocional transitorio y una depresión leve, pero persistente.
Según la Asociación Americana de Psicología, este tipo de depresión puede presentarse con síntomas físicos como dolores de cabeza o espalda, sin que se identifique una causa médica concreta. Estos síntomas pueden pasar desapercibidos o ser atribuidos al estrés, lo que retrasa el diagnóstico y tratamiento adecuado.
Los signos más comunes de depresión silenciosa incluyen:
Fatiga extrema
Olvidos frecuentes
Insomnio o somnolencia excesiva
Cansancio mental o físico persistente
Dificultad para concentrarse
Aislamiento emocional
De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en México al menos 34.8 millones de personas han padecido un episodio depresivo en algún momento de su vida. De estas, el 20.37% son mujeres y el 14.48% hombres.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la depresión como un trastorno de salud mental caracterizado por tristeza persistente, pérdida de interés en actividades antes placenteras, alteraciones en el sueño y apetito, así como dificultades para concentrarse. En casos no tratados, puede afectar severamente el bienestar general y la funcionalidad del individuo.
Ante la presencia de síntomas persistentes, especialistas recomiendan buscar ayuda profesional para recibir el diagnóstico y tratamiento adecuado. La salud mental es tan importante como la física, y su cuidado debe ser prioritario para vivir con plenitud.