En medio de una creciente tensión política en Estados Unidos, el periodismo estudiantil atraviesa un periodo de incertidumbre y presión sin precedentes. Estudiantes editores de medios universitarios han comenzado a recibir múltiples solicitudes para eliminar citas, artículos de opinión e incluso nombres de periodistas por temor a represalias legales o migratorias. La jefa de redacción del Stanford Daily, Greta Reich, reveló que su equipo ha recibido casi 20 peticiones de este tipo solo en las últimas semanas, reflejo de un clima de autocensura y miedo creciente en los campus.
Este fenómeno ha tomado fuerza tras el caso de Rümeysa Öztürk, estudiante turca de la Universidad de Tufts, quien fue detenida y amenazada con la deportación luego de coescribir un artículo crítico sobre la postura de la institución frente al conflicto palestino-israelí. A ello se suma el arresto de Mahmoud Khalil, estudiante palestino en Columbia, así como la revocación de más de mil visas estudiantiles desde finales de marzo, según un análisis de AP. Aunque el gobierno anunció que revertirá algunas cancelaciones, el impacto ya ha transformado las dinámicas en las redacciones universitarias.
Ante este panorama, varios medios estudiantiles han optado por ofrecer anonimato, eliminar firmas e incluso retirar publicaciones para proteger a sus colaboradores. Organizaciones como el Centro de Derecho de la Prensa Estudiantil han emitido guías instando a una mayor flexibilidad en favor de la seguridad de los estudiantes. Sin embargo, esta práctica ha despertado debates éticos sobre la integridad del periodismo como registro histórico y el peligro de borrar voces críticas en un momento clave.
Editores como Dylan Hembrough, de The Alestle, reconocen que “las vidas de las personas son más importantes que una buena historia”, mientras que docentes como Jane Kirtley advierten sobre el riesgo de perder credibilidad y dañar la documentación de los hechos. En un contexto donde el expresidente Donald Trump ha intensificado la presión sobre las universidades y programas de diversidad, el efecto amedrentador amenaza con silenciar a sectores enteros de la comunidad estudiantil, especialmente a los internacionales.