El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó el martes nuevas órdenes ejecutivas para relajar algunos de los aranceles del 25% sobre automóviles y autopartes, con el objetivo de fomentar la producción nacional. El mandatario describió la medida como un "puente" para que los fabricantes trasladen más de sus operaciones a Estados Unidos sin enfrentar las penalizaciones de los aranceles, que algunos analistas han considerado una carga para la competitividad de la industria.
El gobierno estadounidense ofrecerá reembolsos a los fabricantes de automóviles que terminen sus vehículos dentro del país, lo que les permitirá compensar parcialmente los costos adicionales de los aranceles. Esta política aplicará a las empresas tanto nacionales como extranjeras con plantas en territorio estadounidense. Además, los fabricantes tendrán un período de tiempo para reorganizar sus cadenas de suministro y acelerar la construcción de nuevas fábricas, con planes de nuevas contrataciones y turnos adicionales.
A pesar de la intención de la administración de alentar la reubicación de la producción en Estados Unidos, persisten las dudas sobre el impacto de los aranceles en la economía global y en los precios de los automóviles. Los expertos advierten que, a pesar de los incentivos, los costos adicionales derivados de los aranceles podrían hacer que los vehículos nuevos sean más caros, afectando negativamente a los compradores y reduciendo la venta de autos nuevos. Algunos analistas calculan que los aranceles sin modificaciones podrían añadir hasta $4,711 al costo de un vehículo, lo que sin duda impactaría el mercado.
La medida llega en un momento clave para el presidente, quien se encuentra celebrando sus primeros 100 días en la Casa Blanca, con un enfoque en la creación de empleos y la revitalización de la manufactura en Estados Unidos. Trump, quien ganó en estados clave como Michigan, ha mantenido como una de sus promesas fundamentales la generación de más empleos en el sector industrial. Sin embargo, la implementación de estos aranceles ha generado controversia, con algunos economistas sugiriendo que podrían tener efectos negativos en el crecimiento económico general, ralentizando la industria automotriz y afectando la competitividad internacional.
La administración también ha dejado claro que no pretende penalizar a los fabricantes, sino más bien proporcionarles una oportunidad de reestructurar sus operaciones y aumentar la producción local. Sin embargo, aún es incierto si estas medidas lograrán el objetivo de aumentar la competitividad de la industria automotriz en Estados Unidos sin que los consumidores tengan que pagar más por los vehículos.