En la comunidad de San Pedro Cuitlapa, municipio de Tlacochistlahuaca, Guerrero, se celebró una boda entre dos menores de edad: un niño de 13 años y una niña de 14. La ceremonia, que fue transmitida mediante fotografías y videos en redes sociales, generó una fuerte oleada de críticas por tratarse de una práctica que vulnera los derechos de la niñez, pese a ser considerada común en algunas regiones rurales del estado.
Los pobladores aseguran que los menores ya convivían como pareja antes de casarse, y que el evento fue organizado por sus familias, con el respaldo de autoridades locales. La celebración incluyó todos los elementos tradicionales de una boda: música, comida, pastel y cientos de asistentes, lo que confirma el carácter público del acto, aunque no se formalizó ante el Registro Civil.
De acuerdo con la Secretaría de la Mujer de Guerrero, el enlace fue únicamente una ceremonia social, sin validez jurídica. Sin embargo, representa el segundo caso registrado en lo que va del año, tras una boda similar ocurrida el 24 de febrero en la comunidad rural de Huamuchitos, Acapulco. Estos eventos han reavivado el debate sobre los matrimonios infantiles y la urgencia de erradicar esta práctica.
El Congreso del estado de Guerrero reformó recientemente el artículo 49 del Código Penal, estableciendo que el matrimonio solo puede celebrarse entre personas mayores de 18 años. No obstante, en zonas como la Montaña o la Sierra, continúa la tradición de entregar una dote para concretar uniones de este tipo, que muchas veces involucran a menores. Guerrero ocupa el segundo lugar nacional en matrimonios infantiles, con una tasa del 42.41%, solo por debajo de Chiapas y seguido de Oaxaca.
Este caso vuelve a poner en evidencia los desafíos que enfrenta el estado para proteger los derechos de la infancia y hacer cumplir las leyes que prohíben el matrimonio entre menores.