Por Redacción Contra Réplica

Fito Páez un narrador creativo; músico y loco

Fito Páez considera que en un mundo donde surgen jóvenes conservadores, "los viejos seguimos siendo los más locos y revolucionarios"

Novela no es sólo el nuevo disco de Fito Páez, es también un ejercicio de libertad creativa, una travesía sonora que se atreve a narrar con melodías y puentes narrativos lo que muchas veces no cabe en la canción convencional. Tuve la gran oportunidad de conversar con él —intenso, lúcido, provocador como siempre— sobre el proceso detrás de este álbum, sus obsesiones narrativas, la madurez artística y la eterna pregunta: ¿para qué sirve el arte en un mundo que parece desmoronarse?

Yuriria Sierra: Fito Páez, ¡genio enorme! Ya está lista tu nueva producción que, además entiendo, has trabajado durante muchísimos años: Novela.

Fito Páez: Sí, así es. Sí, llevo muchos años; con otras no, pero en esta llevo 38 años.

YS: ¡Nada más 38 años! Fito, cuéntame, ¿ya te aburriste de los Grammy?, porque tienes todos. ¿Ahora mejor ir por el Alfaguara, el Planeta, el Herralde, el Cervantes, el Princesa de Asturias, no sé, el Nobel de Literatura, porque estamos con Novela.

 

FP: Obviamente es un título hermoso porque resume la idea de una historia. Podría verse una novela tranquilamente.

Pero bueno, no, a esta no le tocó, no le tocó el libro todavía.

YS: ¿En qué momento se te ocurrió? Porque, en efecto, nos cuentas una historia, en los 25 tracks que componen Novela, de principio a fin.

FP: A ver, todo es muy misterioso. ¿Viste la creación? Está todo, está todo en el inconsciente. Uno, por supuesto que hay un momento de cierto lenguaje, por ahí más erudito... como decía Igor Stravinsky “hay que poner un marco para los compositores de música contemporánea. Porque, bueno, el mar de la música es infinito y uno se puede perder con mucha facilidad. También nos pasa eso a nosotros en los artistas más populares.

Sin embargo, te diría que uno de los nutrientes de Novela fue la deriva. Fue andar tantos años a la deriva, dando vueltas y resistiendo los embates del tiempo y haciéndose fuerte con el tiempo. Entonces, también cuando cuentas su historia y la vas a dejar impresa. Yo creo que también lo pidió la historia, “déjame acá, fíjate si resisto, trabájame, dame, dame, dame un cuerpo noble, sólido, que pueda hacerme una carcasa fuerte para que pueda atravesar bien el tiempo”. Y de hecho, llegó hasta aquí con excelente salud y ahora está preparada para volar eternamente, supongo, ¿no?

YS: Oye Fito, que me dices esto, porque la verdad es que lo escuché de principio a fin —como debe hacerse con Novela— y reconocí ecos de estos tres grandes argentinos, por supuesto, El laberinto, de Borges; a Los 7 locos, de Roberto Arlt, y, por supuesto, reconocí a Fito Páez y su música…

FP: ¡Gracias, Yuriria! Sí, creo que es el “pinta tu aldea” un poco también porque todo sucede en Villa Constitución, que es la pequeña ciudad que está cerca de Rosario, que es donde vivían mis tíos con mis primos, y ése fue el escenario de parte de mi infancia y adolescencia. Entonces, allí es donde decidí que iban a suceder los hechos, pero no en una metrópoli como Rosario o Buenos Aires, sino en un pueblito, en una ciudad pequeña de provincia donde iba a llegar a este circo pobre y donde iban a debatir cuestiones de altísimo calibre como el amor, el destino, la vida y la muerte.

YS: Y justamente la locura, también el delirio que te ha acompañado siempre en todas tus producciones, en todas tus creaciones.

FP: Bueno, la locura en términos psiquiátricos, no sé, creo que es un término peligroso, pero sí, la curiosidad. Y es que también me crié con cosas tan lindas. ¿Viste? Con música, escuchando películas tan hermosas, leyendo libros tan hermosos que bueno, entre la lisergia y los Beatles, la locura de Horacio Quiroga. La imaginación de Gracia y Quiroga la Borgiana, la de Roberto Atrl, las cosas con las que uno se ha criado. Evidentemente tenés, tenés que expandir el mundo afuera de sus límites, y eso es muy hermoso. Podés dar un punto de vista que no es el pasteurizado, el que es el de todo el mundo.

YS: Desde hace tantos años he reconocido en tu pluma, en tu voz, una cualidad poética y profética absoluta. ¿Y en Novela? La empezaste ya hace 38 años y ya veías a  Maldivina y Turbialuz. Estas dos mujeres que eran las mejores de su universidad, la Universidad Prix, eran las mejores, las más tremendas de, digamos, en su desempeño estudiantil y por lo tanto también las más inasibles. Nadie las puede controlar. Así que te adelantaste tremendamente a todos estos debates feministas que tenemos hoy en día.

FP: Pasa que yo fui criado en un matriarcado, entonces conozco esa tela muy bien. Recibí el amor de tantas mujeres y compartí todo, conocí mi vida con mujeres. Fui criado en ese mar de mujeres que me permitió conocer un poquito del alma de las chicas que, como decía el chico que hace un poquito, decían, “yo no, no logro entenderlas; no, no puedo”.

Y yo digo otra cosa, yo digo: somos personas todos, no importa si tenemos pito o tenemos teta o lo que sea y ya no hay, no habría más discusiones sobre música, no hay, no tiene género. Somos personas que habitamos el mundo y somos complejos.

Por supuesto, las cuestiones de género, yo no sé si son cuestiones de género. Me parece que a cada uno le tocó lo que le tocó: XY o YY hay que divertirse y si hay que cambiarlo lo cambiamos también.

YS: Y de todos estos tracks que componen Novela, ¿cuál es el que a ti te sorprendió cuando ya estuvo terminado?

FP: A ver, uno de ellos fue Maldivina y Turbialuz, que tuvo muchas versiones esa canción y finalmente al último momento le pedí una vuelta de rizo. Y hasta el día de hoy es, creo, la que más me gusta.

YS: Yo por ahí leí que se volvía algo muy contracultural, esta nueva entrega de Fito Páez, porque en un mundo tiktokero, no solamente por los videos, sino también las canciones, se convierten en meros estribillos. Así que tú optas contracorriente: haces una apuesta de largo aliento en la que, en efecto, nos enganchas desde el primer track hasta el último. Y sí, eso es absolutamente osado, Fito.

FP: Mira, me lo dijeron, me lo están diciendo casi todos. Yo respondo lo mismo, es mi naturaleza. Yo la verdad es que no, no entiendo esta obra, ni como una provocación, ni como una audacia ni nada de eso. Lo digo muy honestamente y desde mi corazón: simplemente en mi naturaleza es así y justo ahora, en esa época pidió pista y disco. Entonces, cuando las cosas me piden pista yo se las permito y las acompaño y las trabajo mucho y estoy en ello. Las mimo y como te decía antes, les armo una hermosa partitura para que puedan vivir durante muchos años.

A ver sí entiendo esto que, aparte, me lo está repitiendo todo el mundo aquí y allá. Me parece que lo que a lo mejor cambió fue la época y algunos nos mantenemos felizmente anacrónicos. En un mundo tan conservador, donde surge misteriosamente una juventud conservadora. Claro, uno queda como “una especie”. Y es que se dio vuelta la tortilla: los viejos seguimos siendo los que estamos más locos y revolucionarios, investigando, estudiándolo todo. Hay algo que se está pasando: el estudio, el conocimiento del lenguaje, la creación. Hay algo que ocurre cuando se pasa más tiempo frente a las pantallas que arriba del piano o más tiempo con el celular que con las guitarras o estudiando.

Entonces se trastoca el mundo que conocemos y las expresiones se empiezan a apagar, a marchitar porque desaparecen las melodías, porque desaparecen las armonías, porque desaparece la inventiva y todo queda detenido en esta máquina que es en la invención diabólica de Silicon Valley. Entonces, algo allí parte de esto está lo desarrollo en un ensayo que presenté Park en Berkley y lo iba a presentar ahora aquí en Boston. Un tramo de este ensayo sobre la música del siglo 21 que se llama La música en tiempos de demencia masiva, que es un concepto de la “demencia masiva” que instaló Berardi, el filósofo italiano de los años 70 y que sobrevivió, tristemente, hasta el día de hoy. A lo que voy es que toda esa idea, que todo lo que te estoy contando así en poco a mucha velocidad, tiene un desarrollo bastante extenso en este ensayo, ¿no?

YS: Y morimos por leerlo completo, Fito. Oye, como tu Novela, pero en el rostro, que a mí me encanta, es que la otra “demencia” —la de Fito Páez no la masiva, la unipersonal— tu demencia de pasado, de presente y esperemos que de futuro —porque también es un estado alterado de la mente— es, fue, es y será siempre el amor.

FP: Pero imaginativo, digamos. Una mente imaginativa, y juguetona. Pues aparte de hacer las cosas, se trata de jugar y de aprender también, de conectar con las emociones. Y todo eso, la música te lo permite si te dedicas, si le das tiempo, si es una señora milenaria. Es una casa llena de misterios. Entonces hay que ser agradecido aparte con ella, que te deja entrar a su casa y te recibe, te abraza y te permite todo. Entonces hay que ser empático con ella.

YS: Fito, para despedirnos; si Novela fuera, efectivamente, una novela tradicional en papel, ¿a qué escritor o escritora le pedirías que escribiera el prólogo?

FP: A Lewis Carroll, por supuesto.