Por Redacción Contra Réplica

La sequía histórica amenaza el suministro de agua en Damasco

El manantial de Ein al-Fijeh, fuente principal de agua para la capital siria, alcanza su nivel más bajo en décadas debido a la falta de lluvias.

En el corazón de una montaña cerca de Damasco, Hassan Bashi camina por los túneles que una vez fueron llenados por el agua cristalina del manantial de Ein al-Fijeh, ahora casi seco tras el invierno más árido en décadas. Este manantial ha sido la fuente de agua potable para cinco millones de personas en Siria, abasteciendo en su mayoría a la capital, Damasco, con el 70% de su suministro.

El 2025 marca el peor año de precipitaciones desde 1956, lo que ha dejado al manantial y al río Barada en niveles históricamente bajos. Con la falta de lluvias y la escasez de nieve derretida en las montañas cercanas a la frontera con Líbano, los residentes de la ciudad ahora se ven obligados a recurrir a camiones cisterna privados, mientras las autoridades piden a la población que racionen el agua.

"Este año el manantial está funcionando en su nivel más bajo", declaró Ahmad Darwish, jefe de la Autoridad de Suministro de Agua de Damasco, advirtiendo que la situación podría empeorar en el verano si las lluvias no mejoran. Los cortes de electricidad, que afectan el bombeo del agua, solo agravan el problema, llevando a los habitantes de la ciudad a economizar cada gota.

La escasez ha dejado huella en los barrios de Damasco. Como relató Bassam Jbara, un residente de la zona oriental, su vecindario recibe agua solo 90 minutos al día, lo que contrasta con la rutina diaria de suministro constante a la que estaban acostumbrados. Mientras tanto, Tarek Abdul-Wahed, quien regresó a su hogar cerca del manantial tras años de guerra, observa con nostalgia cómo la zona se ha transformado, antes un bullicioso destino turístico, ahora casi desértico y vacío.

El futuro de Damasco, dependiente de esta vital fuente, parece incierto si la crisis de agua continúa agravándose.