Las mujeres indígenas están comenzando a transformar sus realidades al reconocerse como productoras y generadoras de economía dentro de sus comunidades, lo que representa un paso fundamental para romper con las históricas brechas de género, afirmó Ana Laura Cárdenas, especialista en temas de género y miembro del Gender Knowledge Lab de Pro Mujer.
En México, 14.3 millones de mujeres viven en zonas rurales, y de ellas, 8.1 millones se encontraban en situación de pobreza en 2022, según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). En ese contexto, Cárdenas subrayó que muchas mujeres rurales ni siquiera se identifican como campesinas, aunque trabajen sus propias tierras, debido a una falta de reconocimiento estructural y cultural que minimiza su rol productivo.
“Existe un fenómeno de autopercepción limitado por las desigualdades estructurales: no sólo se enfrentan a carencias económicas, sino también a la falta de acceso a servicios básicos como educación y justicia”, detalló Cárdenas en entrevista.
En muchas comunidades, la participación femenina sigue restringida por patrones patriarcales que limitan su acceso a oportunidades. Sin embargo, las mujeres están encontrando en las cooperativas de producción una vía para derribar barreras y alcanzar autonomía. A través de estas organizaciones, logran fijar precios justos por su trabajo, eliminar intermediarios y generar ingresos que fortalecen tanto a sus familias como a sus comunidades.
La especialista también destacó que estas iniciativas no sólo fortalecen la economía local, sino que promueven la resiliencia comunitaria y la conservación del medio ambiente. “Estas mujeres están uniendo saberes tradicionales con prácticas sostenibles para proteger la tierra y generar bienestar colectivo”, afirmó.
Cárdenas enfatizó que para consolidar estos avances es necesaria una corresponsabilidad en las labores de cuidado, que históricamente han recaído en las mujeres. “Si no se comparte el cuidado, no habrá tiempo suficiente para que ellas puedan crecer como productoras o emprendedoras”, puntualizó.
La organización Pro Mujer ha implementado proyectos en estados como Oaxaca y Chiapas, especialmente en la producción de café y cacao, donde asesoran a cooperativas de mujeres campesinas. Su trabajo incluye capacitación en gobernanza, acceso a créditos, estrategias comerciales y cálculo de rentabilidad.
Estos procesos de empoderamiento están redefiniendo el rol de las mujeres indígenas, no sólo como cuidadoras, sino como piezas clave en el desarrollo económico y social de sus comunidades.