Cada 31 de mayo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) conmemora el Día Mundial Sin Tabaco, una fecha para visibilizar el impacto devastador del tabaquismo a nivel global. Actualmente, este hábito mata a 9 millones de personas cada año y provoca pérdidas económicas por 1.8 billones de dólares, equivalentes al 2% del PIB mundial, según datos de la OMS.
Las pérdidas se duplican al sumar el impacto en la productividad laboral, alertó el economista de la salud Guillermo Paraje, líder del proyecto Tabaconomía, con sede en Santiago de Chile. A pesar de los avances normativos en América Latina —como ambientes 100% libres de humo— el especialista señala que la región aún está rezagada en el uso de impuestos como herramienta preventiva.
“No hay un solo país en América Latina con un sistema de salud que no esté estresado o colapsado, pero los gobiernos siguen sin tomarse en serio la política fiscal antitabaco”, dijo Paraje. “Los impuestos al tabaco no solo salvan vidas, también ahorran costos”.
A veinte años del Convenio Marco para el Control del Tabaco, firmado por más de 180 países, el experto advierte que los logros están amenazados por la constante innovación de la industria tabacalera, que promueve nuevos productos como bolsas de nicotina, tabaco calentado y cigarrillos saborizados. “Cada nuevo producto retrasa la regulación y requiere reiniciar el proceso: generar evidencia, crear conciencia, presionar a las autoridades… y mientras tanto, la industria interfiere”, explicó.
En paralelo, el contrabando representa un serio obstáculo, con Paraguay como epicentro regional. Según Paraje, la sobreproducción de tabaco en ese país inunda mercados vecinos con productos ilegales. Solo cinco países de la región han ratificado el Protocolo para el Control del Comercio Ilícito, pero ninguno lo aplica de manera efectiva.
En cuanto al papel de la sociedad civil, Paraje sostiene que el movimiento antitabaco sigue siendo “el más fuerte y organizado”, pero enfrenta la competencia de otras causas urgentes como el cambio climático, las adicciones y los problemas alimentarios, lo que ha reducido su visibilidad pública.
A pesar de los desafíos, hay logros concretos: en Chile, la prevalencia de consumo diario en adolescentes cayó de 15% a 0.5% en dos décadas. Sin embargo, el experto insiste en que aún queda mucho por hacer con las políticas existentes antes de pensar en reformar los tratados internacionales.
“El Convenio Marco ha sido efectivo, pero necesita una actualización. El problema es que si se abre esa puerta sin preparación, países con grandes intereses podrían debilitarlo en vez de fortalecerlo”, advirtió.
Paraje concluye que la lucha contra el tabaco es una batalla constante, en la que la industria juega a desmantelar regulaciones y esquivar prohibiciones. “Es correr detrás de la pelota permanentemente. Pero hay que insistir, insistir, insistir”.