Una severa ola de calor golpea al continente europeo en pleno inicio del verano, forzando el cierre de monumentos emblemáticos como la Torre Eiffel y escuelas en varios países. Las autoridades francesas emitieron alerta roja en París, una medida que no se aplicaba desde 2019, mientras en otras naciones del continente se adoptaron medidas de emergencia ante temperaturas que superan los 40 grados centígrados.
En España, junio rompió récords al convertirse en el más caluroso desde que se tiene registro, con una media nacional de 23.6 ºC. Las regiones del sur, como Huelva y Sevilla, han alcanzado cifras extremas de hasta 46 ºC, mientras ciudades como Barcelona y Ámsterdam activaron protocolos especiales para atender a personas vulnerables, como adultos mayores y personas sin hogar. En Portugal, el calor obligó a cerrar temporalmente atracciones turísticas ante el riesgo que representa la exposición prolongada.
La intensidad y la anticipación de este fenómeno han alarmado a la comunidad científica. Especialistas como Samantha Burgess, del observatorio Copernicus, afirman que el cambio climático ha amplificado la frecuencia y el alcance de estas olas de calor, comparándolas con los letales episodios de 2003 y 2022, responsables de decenas de miles de muertes en Europa. En Alemania, donde se esperan picos de 40 ºC, se reactivó la histórica medida “hitzefrei”, que suspende clases por calor extremo.
La amenaza no solo se traduce en incomodidad o riesgo sanitario. En Turquía, los incendios forestales obligaron a evacuar a más de 50 mil personas. Con julio apenas comenzando, las autoridades y expertos coinciden: lo más difícil podría estar por venir si no se toman acciones urgentes para frenar el calentamiento global.