El gobierno estadounidense revocó visas a varios altos funcionarios del gabinete del presidente colombiano Gustavo Petro, medida que ha intensificado una crisis diplomática en ascenso. La decisión se produjo luego de que el secretario de Estado, Marco Rubio, anunciara la llamada a consultas del encargado de negocios en Bogotá, acción que fue respondida de inmediato por Colombia con el retiro de su embajador en Washington.
Aunque desde Washington se insiste en que la relación bilateral no ha sido interrumpida, el hecho marca un punto de inflexión en los vínculos entre ambos gobiernos. La administración Trump considera que la cooperación con Colombia debe ser revaluada, especialmente en temas de seguridad y migración. En contraste, el gobierno de Petro calificó la medida como “unilateral y contradictoria” con los principios de respeto mutuo.
La tensión alcanzó un nuevo nivel cuando medios colombianos reportaron que las restricciones de visado afectarían a figuras clave del Ejecutivo, entre ellas ministros, diplomáticos y responsables del proceso de paz. Aunque no se ha divulgado oficialmente la lista completa, el impacto político ha sido inmediato, llevando al presidente Petro a suspender su asistencia a la cumbre de los BRICS en Brasil.
Con la ausencia de Colombia en este foro internacional, el gobierno busca contener los efectos internos del conflicto diplomático mientras redefine su postura en el escenario global. La incorporación reciente al banco de desarrollo del grupo BRICS y la adhesión a la Iniciativa de la Franja y la Ruta evidencian el interés de Bogotá por diversificar sus alianzas estratégicas, en un momento donde su relación con Estados Unidos parece atravesar su fase más delicada en años.