Este 4 de julio, Estados Unidos conmemora un nuevo aniversario de su independencia en un contexto marcado por contrastes sociales y políticos. Si bien millones de personas participan en las tradicionales reuniones familiares y espectáculos de fuegos artificiales, en diversas regiones del país también se realizan protestas que expresan inconformidad con las políticas migratorias y sociales impulsadas por la administración de Donald Trump.
En ciudades como Los Ángeles, las redadas migratorias han generado un ambiente de tensión que llevó a la cancelación de eventos patrióticos. En el vecindario de El Sereno, por ejemplo, un desfile comunitario fue suspendido tras la renuncia de la mayoría de los participantes. Activistas locales advierten que el temor a detenciones indiscriminadas ha limitado la participación de comunidades latinas, aún entre quienes cuentan con documentación legal.
Mientras tanto, organizaciones civiles como Women's March han transformado la festividad en una oportunidad para movilizarse. Con actividades en distintas ciudades, sus integrantes critican el retroceso en derechos sociales y convocan a imaginar una “América verdaderamente libre”. Entre las acciones programadas destacan protestas frente a oficinas públicas y ceremonias simbólicas en apoyo a la población migrante y a los programas de salud pública.
Pese a los conflictos, el turismo y el comercio siguen en movimiento. Se espera que más de 72 millones de estadounidenses viajen durante este fin de semana, de acuerdo con la AAA. No obstante, sectores como la industria de fuegos artificiales enfrentan dificultades debido al encarecimiento de importaciones, lo que podría afectar la disponibilidad de productos para el próximo año, justo cuando el país celebrará su 250 aniversario.