Durante la celebración de la cumbre del grupo BRICS en Río de Janeiro, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, rechazó contundentemente las declaraciones de Donald Trump, quien acusó al gobierno brasileño de orquestar una persecución política contra Jair Bolsonaro. El exmandatario de Estados Unidos instó a “dejar en paz” al líder ultraderechista, actualmente procesado por su presunta implicación en un intento de subvertir el resultado electoral de 2022.
Trump emitió el mensaje a través de su red social Truth Social, calificando el juicio como una “caza de brujas” y comparando la situación de Bolsonaro con su propia experiencia legal. En respuesta, Lula advirtió que Brasil no admitirá tutelas externas y subrayó que todos los ciudadanos, incluidos los exmandatarios, deben rendir cuentas ante la justicia. “Somos una nación soberana. Nadie está por encima de la ley”, sostuvo el presidente brasileño.
El proceso judicial contra Bolsonaro involucra a siete de sus excolaboradores más cercanos, quienes podrían enfrentar penas de hasta 40 años de prisión. La fiscalía señala que el exmandatario habría promovido un plan para impedir la toma de posesión de Lula, aunque el intento no prosperó por la falta de respaldo militar. Pese a estar inhabilitado electoralmente hasta 2030, Bolsonaro insiste en su inocencia y ha manifestado su intención de postularse en 2026.
La reacción de Trump ocurre en un contexto político tenso, en el que también amenazó con imponer tarifas aduaneras a los países miembros de los BRICS que adopten lo que él considera “políticas antiestadounidenses”. La intervención ha sido interpretada como una señal de apoyo al bloque ultraconservador brasileño, cuyo núcleo sigue buscando respaldo internacional a pesar de los señalamientos judiciales en su contra.