titulo_columna

Maduro y la constitución express

Hay modos de mirar y de juzgar lo que ocurre en Venezuela. Hoy quisiera compartir solo una idea —una “ideíca”, más bien— surgida mientras miro a Maduro ver llegar la hora de los mameyes.

Junto a los visibles aprestos gringos para reeditar el arresto de Manuel “Car’epiña” Noriega en el 89 —así, al menos, imagina y desea la gran masa antimadurista—, cabe advertir que lo que comenzó hace veinte años con iliberales tejemanejes constitucionalistas, destinados a destruir la democracia, tenía que desembocar en esta crisis que, si bien se mira, no es un contencioso sino un atasco constitucional.

Un género de conflicto, muy nuestro e invariablemente siempre letal para mucha gente inocente, que ya desde los albores de nuestra vida independiente y “republicana” enfrentó a civiles y militares.

La tabla de juegos ganados y perdidos favorece con creces desde 1830 a los militares. Venezuela es un caso singular de proliferación de constituciones: en poco más de 200 años, desde la proclamación de Independencia, nuestros militares se han hecho redactar poco menos de 30 constituciones, a razón de una cada cuatro años y medio. Chávez, arquetipo de salvador caudillo militar, no podía ser menos.

Tengo para mí que gran parte de la crisis terminal del régimen chavista tiene su origen en los errores de diseño de la Constitución de 1999, según Chávez, “la más perfecta del mundo”. Basta recordar los modales cuartelarios que rigieron las “deliberaciones” del Constituyente de aquel año.

Considere el lector: apenas inaugurada su presidencia, Hugo Chávez inició la primera de sus giras mundiales. Dejó a uno de sus paniaguados —a quien el Diablo hizo pagar su obsecuencia—encargado de tener lista la Constitución para cuando regresase, semanas más tarde. Aún se recuerda en Venezuela a este jefe de debates por el mandoneo con que arreaba a la bancada chavista, abrumadoramente chavista, para acortar las intervenciones de los constituyentes.

La ignorancia de estas huestes en cosas de Derecho quedó acreditada cuando se hizo frecuente para los congresantes chavistas consultar con los diputados opositores —“leguleyos burgueses”, “plutócratas” —, casi los únicos expertos en Derecho Comparado presentes en el Capitolio.

Es muy llamativo que el desafío entre Guaidó y el dictador viniese precedido de intensos, aturdidores inconducentes debates entre doctos factores de la oposición que, en sí mismo, era un debate de interpretaciones.

“Declaremos la vacante temporal”, “¡No; esa figura no es invocable en este caso: ha habido usurpación, no vacante”, “A mi parecer, lo que hay no es usurpación sino un vacío de poder no previsto por el legislador”.

En estas llevamos ya 27 muertes en las calles: comienza del goteo macabro que evoca las matanzas de 2017.

Mientras, Elliott Abrams, el US Marshall que arrestó a Manuel Noriega, ha sido llamado por el Secretario de Estado Pompeo para que eche una mano.