El parlamento de Nueva Zelanda fue escenario de una protesta única: diputados maoríes realizaron una haka, la emblemática danza tradicional, en señal de rechazo a una propuesta legislativa que busca restringir derechos adquiridos bajo el Tratado de Waitangi, firmado en 1840 entre colonos británicos y el pueblo maorí.
Durante el debate, los parlamentarios del Partido Maorí dejaron sus escaños, comenzaron a entonar cánticos y a realizar la poderosa danza como muestra de indignación. Además, rompieron papeles frente a la bancada anglosajona, simbolizando su descontento con el gobierno de coalición de derecha que impulsa la reforma.
La propuesta en cuestión limitaría derechos clave para los maoríes, como la representación en las regiones donde han habitado históricamente, la consulta previa en la implementación de leyes urbanísticas y la protección de montañas, lagos y valles que tienen un profundo significado cultural y espiritual para su comunidad.
El Partido Maorí denuncia que esta iniciativa es un ataque directo a la autonomía y al reconocimiento de su identidad, logros obtenidos tras décadas de lucha. Los maoríes representan alrededor del 20% de la población de Nueva Zelanda y consideran que este intento de reforma desmantela los avances derivados del tratado que, aunque imperfecto, ha sido fundamental en la relación entre las comunidades colonas y originarias del país.
Además de la protesta en el parlamento, miles de ciudadanos de origen maorí han salido a las calles en todo el país para manifestarse en defensa de sus derechos. Las movilizaciones han sumado apoyo de otros sectores de la sociedad que ven en esta ley un retroceso para la justicia histórica en Nueva Zelanda.
El gobierno, por su parte, asegura que la reforma busca "unificar criterios legales" y que no pretende marginar a los maoríes, aunque la polémica continúa escalando en un país que enfrenta su legado colonial con profundas tensiones políticas y sociales.