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Kenia Hernández
Inquietudes Contemporáneas

¿Qué come un adulto independiente (con gustos bien dementes)?

Aunque si bien, es cierto que desde el seno del hogar, el rol social de una madre mexicana nos ha programado para vigilar muy de cerca que nuestras barrigas estén siempre llenas; la realidad es que, en 2022, 23.4 millones de mexicanos presentaron carencias por acceso a la alimentación nutritiva y vulnerabilidad en un ambiente obesogénico, según el Coneval. Lo que quiero puntualizar con esto, es que, un grueso de la población como tú y como yo, somos adultos que generamos ingresos pero no estamos rindiendo en bienestar, lo que consumimos.

El pasado 14 de noviembre, lamentamos el Día Mundial de la Diabetes, pero no solamente ese día; diariamente, en México, 273 muertes arrastran este malestar. ¿Cuál es la alerta? Entre muchas, a mí principalmente me sacudió esta inquietud pues soy una adulta recién salida del horno del hogar a la vida real; como en ese tik tok lo dice: Una adulta independiente, con gustos, bien dementes.

Y esta conversación quiero englobarla a otras situaciones chuscas, como cuando vas al súper y contabilizas la diferencia relativa entre calidad, cantidad y precio de los productos. Personalmente, paso por muchos pasillos sumando en calculadora todo lo que pienso que voy a comprar; para que cuando llegue el momento de pagar, ruego a todos los santos que no se me pase del presupuesto. Sí, a mí me tocó decirle al cajero: “En cuanto tope a mil, le paras”.

En este punto hagamos una pausa, y recordemos que de acuerdo a la Línea de Pobreza Extrema por Ingresos (LPEI) el 12.1% de la población, no cubre con sus ingresos el costo de una canasta alimentaria básica. Este último, no es mi caso, pero en ese paréntesis agreguemos que, desde pequeños, estamos expuestos a una cantidad horrorífica de desinformación alimentaria. Tan solo cabe decir, que desde los seis meses, los bebés y niños mexicanos están expuestos a malos hábitos vinculados con el consumo excesivo de azúcares y alimentos ultraprocesados: la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición indicó que 6 de cada 10 infantes toman un vaso de refresco diario, como parte de su dieta.

Expuesto todo lo anterior, no quiero recalcar responsabilidades al consumidor, si no más bien, quiero recordar otro dato muy importante. A diferencia de las familias con altos ingresos; quiénes destinan el 50% de su sueldo a la compra de alimentos, son las personas que ganan menos. ¿Esto que nos habla? Que sí, que aunque yo pase por todos los pasillos cazando ofertas, hay algo más grande que me persigue: la desigualdad económica, la brecha de tiempos, la saturación de publicidades engañosas y, en muy grande parte, los malos hábitos, que se convierten en “gustitos bien dementes, de adulto independiente”.