El ex presidente de México, Carlos Salinas de Gortari, se convirtió en el centro de la polémica nuevamente tras sus declaraciones en una entrevista reciente para el podcast La Invención de América del Norte, de la revista Nexos. En esta conversación, el político intentó justificar su gestión en la presidencia (1988-1994) y su papel en la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Sin embargo, la respuesta más contundente vino de la actual presidenta de México, Claudia Sheinbaum, quien no tardó en cuestionar públicamente sus comentarios.
Durante su conferencia matutina, Sheinbaum Pardo criticó con dureza el discurso del ex mandatario, a quien acusó de estar involucrado en negocios fraudulentos para acceder al poder en 1988. "No le llamo presidente porque llegó al poder por un fraude electoral", expresó la mandataria, refiriéndose a las controversiales elecciones presidenciales de ese año, que muchos consideran que fueron manipuladas para favorecer a Salinas de Gortari, dejando a Cuauhtémoc Cárdenas fuera de la contienda.
El ex presidente, quien en los últimos años se había mantenido alejado de los reflectores, utilizó el podcast como una plataforma para relatar su versión de los hechos, en especial sobre la firma del TLCAN, que consideró un paso necesario para la integración de México en un mercado más competitivo. Salinas defendió el tratado como un logro que mejoró las perspectivas económicas del país, pero la crítica de Sheinbaum no se hizo esperar, pues la mandataria lo calificó como un acto de incoherencia, señalando las consecuencias negativas que, según ella, dejó su política económica.
"Nos vendió las empresas, aplicó las políticas de los organismos internacionales y, al final, el país vivió una crisis económica tremenda, con la devaluación del peso en 1994", afirmó Sheinbaum, quien enfatizó la relación entre los ajustes neoliberales impulsados por Salinas y la crisis económica que estalló poco después de su salida del poder. Además, la presidenta recordó que, en ese entonces, las promesas de un fortalecimiento económico para México se vieron rápidamente desmentidas por los hechos.
Otro de los puntos de fricción entre ambos fue la queja de Salinas sobre su situación económica, afirmando que se encontraba “desempleado y sin pensión”. Sheinbaum, con ironía, cuestionó esta afirmación al señalar que, a pesar de sus palabras, el ex mandatario no parecía tener problemas para costear lujosos viajes en avión. “Muy desempleado, pero a poco lo han visto viajar en un vuelo comercial. Nada más para documentar lo que está ocurriendo”, comentó la presidenta, sugiriendo que el estilo de vida de Salinas no coincidía con su relato.
En una anécdota más personal, Sheinbaum recordó un episodio de su juventud, cuando, siendo estudiante en el extranjero, participó en movilizaciones en defensa del voto para los mexicanos residentes fuera del país. En una de esas protestas, frente al consulado mexicano en Stanford, coincidió con Salinas, quien acudió para conmemorar un aniversario de la universidad mientras se discutía el TLCAN.
A pesar de su tono crítico, Sheinbaum aclaró que su postura no es personal, sino una reflexión sobre el impacto que las políticas de Salinas tuvieron en el país. "Con su gobierno, México se sometió a las órdenes del exterior, sin considerar las consecuencias para la gente", subrayó.
Las declaraciones de ambos políticos no solo revivieron el debate sobre la figura de Salinas y su legado, sino que también pusieron sobre la mesa la polémica que sigue existiendo sobre los efectos del TLCAN y la visión económica de México en los años 90. Mientras Salinas defiende su gestión como un paso hacia la modernización, Sheinbaum lo ve como un proceso que dejó cicatrices profundas en la economía y la sociedad mexicanas.