Por Redacción Contra Réplica

Rebeldes derrocan a Bashar al-Assad en una ofensiva relámpago

La caída del régimen sirio marca el fin de 50 años de gobierno de la familia Al-Assad y abre un nuevo capítulo de incertidumbre en el país.

En una ofensiva que sorprendió al mundo, los grupos rebeldes en Siria lograron derrocar al presidente Bashar al-Assad tras un avance militar de apenas 12 días. La operación, liderada por diversas facciones armadas, incluyó al grupo Hayat Tahrir al Sham (HTS) y las Fuerzas Democráticas Sirias (FSD), apoyadas por otras milicias locales, que combinaron su poderío militar y estratégico para alcanzar Damasco, obligando al mandatario a abandonar el país.

El éxito de la insurrección se debió a una cuidadosa coordinación entre los rebeldes y al deterioro interno del Ejército oficialista, que perdió más de 300,000 soldados desde el inicio de la guerra civil en 2011. Además, la corrupción, la falta de recursos básicos y el descontento entre las tropas oficialistas jugaron un papel crucial en la incapacidad del régimen para contener el avance rebelde.

Otro factor determinante fue la retirada de apoyo de los tradicionales aliados del gobierno sirio, como Rusia e Irán. Moscú, centrado en la guerra en Ucrania, y Hezbolá, debilitado por su confrontación con Israel, no pudieron proporcionar asistencia efectiva al régimen de Al-Assad.

Según Hadi al Bahra, líder de la Coalición Nacional Siria, la victoria rebelde se logró gracias a años de preparación y al uso de tácticas avanzadas, como el despliegue de "brigadas rojas" especializadas. Sin embargo, el futuro de Siria sigue siendo incierto, con un nuevo panorama político y social que podría definir el rumbo de la región en los próximos años.

La caída de un régimen que gobernó por cinco décadas marca el inicio de una nueva etapa en Siria, aunque los retos para la estabilización y reconstrucción del país son monumentales.

Con información de Proceso.