Por Redacción Contra Réplica

Dueña del icónico edificio de Carrie Bradshaw en 'Sex and the City' pide a fans que se alejen

El edificio, ubicado en el número 66 de Perry St. en el West Village, ha atraído un flujo interminable de visitantes durante los últimos 20 años.

La dueña del edificio de piedra rojiza de Manhattan, donde el personaje de Carrie Bradshaw vivía en “Sex and the City”, está solicitando permiso a la ciudad de Nueva York para instalar una puerta que bloquee a los fans, quienes se han vuelto muy desconsiderados.

La propietaria aseguró que solo permitió que la serie usara su edificio en los años 90 para ayudar a un joven buscador de locaciones, ya que temía que perdiera su trabajo si ella rechazaba la solicitud.

El edificio, ubicado en el número 66 de Perry St. en el West Village, ha atraído un flujo interminable de visitantes durante los últimos 20 años. Muchos ignoran el cartel de "Prohibido el paso - Propiedad privada" en la entrada y se toman todo tipo de fotos en el lugar.

"Mi casa es ahora un destino turístico mundial. El programa se retransmite sin cesar en 34 idiomas diferentes, lo que aumenta la ya enorme base de seguidores de mi casa en todo Estados Unidos y el mundo", escribió agobiada la propietaria en una solicitud dirigida al Comité de Preservación de Monumentos Históricos de Nueva York.

"A cualquier hora del día o de la noche, hay grupos de visitantes frente a la casa tomando fotos con flash, charlando en voz alta, publicando en redes sociales, haciendo videos de TikTok o simplemente celebrando el momento", explicó abrumada.

Es por esta razón que la mujer ha solicitado permiso para instalar una puerta doble de 2 metros de altura, hecha de acero y hierro fundido, frente a la entrada del edificio. El objetivo es proporcionar una barrera más sólida que ayude a recuperar "una calidad de vida razonable" para los inquilinos.

Anteriormente, la propietaria había colocado una cadena de "prohibido el paso" en la entrada, pero muchos turistas la ignoraron por completo. Según la solicitud, los visitantes a menudo posan, bailan e incluso se sientan en los escalones para tomarse fotos.

En algunos casos, los más desconsiderados han intentado abrir la puerta principal o tocar el timbre, incluso cuando están borrachos. Esto ha llevado a la propietaria a buscar una solución más efectiva para controlar el acceso y proteger la privacidad del lugar.