Durante la noche de investidura presidencial, Donald Trump y Melania Trump protagonizaron el tradicional primer baile presidencial, un momento emblemático que marcó el inicio del segundo mandato del 47º presidente de Estados Unidos. La pareja bailó al ritmo de la canción "My Way" de Frank Sinatra en el Capital One Arena de Washington, en una ceremonia que reunió a partidarios, dignatarios y figuras clave del ámbito político y empresarial.
Melania Trump, vestida con un elegante diseño blanco de su diseñador de cabecera, Adam Lippes, capturó la atención de los presentes, reafirmando su posición como ícono de estilo y sofisticación. Por su parte, Donald Trump utilizó este evento como una oportunidad para reforzar su mensaje de "unidad y fortaleza", destacando en su discurso previo al baile la importancia de "devolver la grandeza a Estados Unidos".
El baile presidencial tiene un profundo simbolismo histórico, ya que se remonta al siglo XVIII, cuando James y Dolley Madison inauguraron esta tradición en 1809. A lo largo de los años, ha servido como un acto de conexión emocional entre los líderes y la ciudadanía, además de ser un momento de celebración tras la ceremonia oficial de juramentación. En este caso, el regreso de Trump al poder añadió un peso histórico particular al evento, enmarcado por su narrativa de superación personal y política.
Este baile inaugural, más allá de ser un acto protocolario, reforzó su intención de proyectar una imagen de estabilidad y confianza en un contexto político polarizado, marcando el tono de lo que promete ser un mandato lleno de desafíos y transformaciones.