La misión Osiris-Rex de la NASA ha brindado avances sorprendentes en la búsqueda de respuestas sobre el origen de la vida en el universo. En febrero de 2024, científicos abrieron la cápsula que contenía 122 gramos de polvo y rocas recolectados del asteroide Bennu, un antiguo fragmento del sistema solar que, según los investigadores, podría haber jugado un papel crucial en la formación de la vida en la Tierra.

El asteroide Bennu, de 525 metros de diámetro y una órbita cercana a la Tierra, ha cautivado la atención científica debido a su composición rica en carbono y su probable historia de contacto con agua líquida hace unos 4,500 millones de años. Estos factores convierten a Bennu en una especie de cápsula del tiempo, que ofrece pistas sobre los primeros momentos de nuestro sistema solar y los ingredientes químicos necesarios para la vida.

El análisis de las muestras ha revelado un hallazgo sorprendente: la presencia de componentes esenciales para la vida, como los bloques fundamentales de ADN y ARN. Este descubrimiento respalda la teoría de que los asteroides pudieron haber sido responsables de traer agua y los compuestos químicos básicos necesarios para la vida a la Tierra, hace miles de millones de años. Los investigadores utilizaron avanzados microscopios electrónicos para examinar con detalle los fragmentos del asteroide, encontrando estructuras más pequeñas que los bloques básicos de la vida.

Este descubrimiento no solo refuerza teorías existentes, sino que también abre nuevas puertas en la exploración espacial. Al confirmar la presencia de ADN y ARN en una muestra extraterrestre, los científicos dan un paso más en la comprensión de cómo la vida pudo haber surgido no solo en la Tierra, sino también en otros rincones del cosmos. La misión Osiris-Rex, entonces, no solo ha devuelto material de un asteroide, sino que podría haber desvelado secretos fundamentales sobre la creación de la vida en el universo.