El Polo Norte magnético de la Tierra está en constante movimiento, y su desplazamiento hacia Siberia continúa siendo un fenómeno que afecta significativamente los sistemas de navegación global. En las últimas dos décadas, este desplazamiento se ha acelerado a una velocidad de hasta 50 kilómetros por año, lo que obligó a los científicos de la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica) y del Servicio Geológico Británico a actualizar el Modelo Magnético Mundial (WMM), herramienta crucial para la calibración de los sistemas de navegación en aviones, barcos y otros dispositivos que dependen de la brújula.
A diferencia del Polo Norte geográfico, que permanece fijo en el eje de rotación de la Tierra, el Polo Norte magnético está influenciado por los cambios en el núcleo terrestre, compuesto principalmente de hierro y níquel. Estos metales líquidos generan el campo magnético que protege la Tierra de partículas solares dañinas, y el movimiento de estos metales líquidos está directamente relacionado con el desplazamiento del norte magnético.
El cambio en el comportamiento del Polo Norte magnético, que comenzó de manera relativamente estable cerca de Canadá desde el siglo XVI, ha sorprendido a los científicos. En las últimas dos décadas, su velocidad de desplazamiento ha aumentado considerablemente, alcanzando en su punto máximo los 50 kilómetros por año. Aunque esta velocidad ha disminuido a 35 kilómetros por año en los últimos años, los expertos siguen observando este cambio como “sin precedentes” y una señal de que los procesos geodinámicos del interior de la Tierra están evolucionando de una manera inesperada.
Este fenómeno no solo es un reto para los sistemas de navegación actuales, sino que también pone de manifiesto las complejas interacciones del núcleo terrestre con el campo magnético, un área que sigue siendo motivo de intenso estudio. Los avances en la actualización del WMM garantizan que las rutas aéreas y marítimas globales sigan siendo seguras y precisas, pero la incertidumbre sobre el comportamiento futuro del Polo Norte magnético genera nuevas preguntas sobre el impacto potencial a largo plazo en la tecnología de navegación.