La escena es familiar: abres Instagram y ves a alguien viajando, sonriendo y luciendo perfecto. Pero entonces, una voz interna aparece: “¿Por qué yo no tengo eso?”. Esta comparación silenciosa y automática es más común y dañina de lo que parece, especialmente entre adolescentes.
La doctora Alexy Arauz Boudreau, pediatra del sistema de salud Mass General Brigham, explica que la adolescencia es una etapa vulnerable donde se forma la identidad. “Compararse con otros es parte natural del desarrollo, pero en redes sociales esas comparaciones se hacen con versiones idealizadas y filtradas de la realidad, lo que distorsiona la percepción que tienen de sí mismos”.
Un estudio de la Facultad de Psicología de la UNAM revela que el 70% de los adolescentes aumenta su autocrítica tras exponerse a contenido editado, y según el INEGI, el 60% cambia su comportamiento para obtener más ‘likes’.
Desde el punto de vista neurocientífico, el uso de redes genera liberación de dopamina, la hormona del placer. “Entre más se usa la red social, más alta es la dosis de dopamina, pero también más riesgo de ansiedad, baja autoestima y aislamiento emocional”, advierte la especialista.
El impacto es serio: niños y jóvenes que pasan más de tres horas diarias en redes duplican el riesgo de problemas como ansiedad o depresión, de acuerdo con datos de HHS.gov. Además, la Asociación Mexicana de Psicología indica que el 60% de los adolescentes mexicanos sufre insatisfacción corporal por los estándares inalcanzables que se promueven en línea.
Las señales de alerta incluyen aislamiento social, cambios en el sueño y apetito, irritabilidad, evitación de interacciones cara a cara y ansiedad si no tienen acceso al celular. En clínicas del IMSS, el 66.7% de adolescentes evaluados mostró signos de adicción a internet, mientras que el 62.7% presentó baja autoestima.
Ante este panorama, la doctora Arauz recomienda que los padres modelen un uso saludable del celular y fomenten rituales familiares sin pantallas para fortalecer la conexión emocional real. También sugiere reconocer y celebrar pequeños logros diarios para reforzar la autoestima genuina.
Aunque las redes pueden ser fuente de problemas, usadas con conciencia son útiles para conectar con personas afines y encontrar inspiración. “La clave está en usarlas para crear lazos reales”, concluye la experta.
Cuando el uso de redes afecta el sueño, el estudio o la convivencia, provoca ansiedad por estar desconectado o reemplaza las interacciones presenciales, es momento de una desintoxicación digital. “La comparación no va a desaparecer, pero podemos cambiar cómo la enfrentamos. La vida real no tiene filtro, y aun así vale la pena”, finaliza.