El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reavivó las tensiones con China al acusar directamente a su gobierno de haber violado el reciente acuerdo para reducir aranceles. La tregua, que contemplaba una pausa de 90 días en las restricciones comerciales, fue calificada por el mandatario como “totalmente quebrantada” por parte de Pekín.

Las tensiones regresan justo cuando se esperaba que el diálogo bilateral avanzara. En lugar de cooperación, la administración Trump considera que China ha comenzado a ralentizar procesos clave como el intercambio de minerales estratégicos, lo que afecta sectores sensibles como el tecnológico y el energético.

El conflicto comercial entre ambas potencias parecía estar en una fase de distensión, pero las nuevas declaraciones desde Washington han provocado una reacción inmediata en los mercados internacionales, generando incertidumbre en las proyecciones económicas globales.

Este giro en la relación bilateral podría traer repercusiones duraderas, ya que tanto Estados Unidos como China representan pilares esenciales del comercio mundial. El discurso de Trump anticipa una postura más firme en defensa de los intereses estadounidenses, dejando entrever que cualquier incumplimiento será respondido con medidas contundentes.