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Juan José Rodríguez, ‘El Tigre’, personaje oscuro y con una “larga cola”

¿Será que alguien se acuerde del inefable  y poco productivo Juan José Rodríguez, autoapodado “El Tigre”?, de quien ante la cantidad de enfermedades que lo abruman, el rugido que presumía quedó en un débil maullido. Pues bien, en el argot político todo mundo sabe que el frustrado abogado, el minino Rodríguez, servía a los intereses de los grupos del poder que durante 90 años depredaron como verdaderos bandidos a la región potosina. Nos referimos a los gobiernos priistas y panistas que acrecentaron el hambre y la desigualdad en nuestro estado.

Este oscuro sujeto fue funcionario en los gobiernos que encabezaron esos grupos de poder, y más que como tigre, les sirvió como un can fiel. Sólo basta recordar que se desempeñó como Coordinador General de Asesores en la administración del priista Fernando Toranzo, puesto al que renunció en diciembre del 2011 para buscar una diputación por el partido tricolor.

Sus años de gloria, que añora, se miden con base en lo que logró para enriquecerse de forma ilegal; su ambición llegó a tal extremo, que despojó de un espacio público a las y los potosinos, obtuvo 30 concesiones de taxis y entre el gremio periodístico era conocido por su capacidad para  traficar información y corromper conciencias, de esto último seguramente podría dar cuenta el exgobernador Leopoldino Ortiz Santos, a quien, dicen, chantajeó con publicar detalles de algunas obras, con lo que consiguió acercarse al erario.

El minino Rodríguez no es más que un operador político que forma parte de la “herencia maldita”. Es el pequeño tentáculo que aún sobrevive a la época oscura de San Luis Potosí. Él representa la corrupción, el abuso del poder, la impunidad, el contubernio y el enriquecimiento a costa del sufrimiento del pueblo potosino.

Sólo basta recordar cómo presionó al exrector de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, Mario García Valdez, para que incorporara a la nómina a su hija Amaranta Rodríguez, y cómo fue amenazado con hacer públicos datos sobre la obra en esta casa de estudios, cuando García Valdez intentó eliminarla de la plantilla laboral.

Lo que observamos no es siquiera a un seudoperiodista, es al representante del negro pasado que, como felino agonizante, lo más que alcanza es a mover la cola, por cierto muy larga; pero sin fuerza para que alcance a alguien.

Está claro que este operador político en decadencia intenta a toda costa hacerse notar entre el grupo más cercano del actual gobernador Ricardo Gallardo. Los ataca sin sustento, sin información, con inconsistentes y recurrentes textos que muestran a un hombre frustrado y sin posibilidades de ofrecer a sus contratantes el espectáculo requerido. Inventa versiones, y sin credibilidad intenta aferrarse a una realidad que, parece no quiere entender, ya cambió.

Enfermo crónico del corazón, cuenta gente cercana a él, ha llegado a decir, incluso, que lo que le reste de vida lo habrá de aprovechar para obtener, como en otro tiempo, “el chayote” necesario para continuar con su nivel de vida.

Sin embargo, vale la pena analizar que en sus inconsistentes colaboraciones al único servidor público que no ataca es a Noé Lara Enríquez, oficial Mayor del gobierno potosino, con quien lo une una relación de amistad desde que el funcionario le daba “el chayote” siendo Oficial Mayor del municipio de Soledad de Graciano Sánchez, y no sólo a él, además, su hijo colaboró con Lara Enríquez durante mucho tiempo. Esto, que pudiera resultar intrascendente, como intrascendentes son las notas suscritas por el famélico felino, cobra trascendencia al advertir que su motivación provenga de una lamentable traición.