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Mujeres indígenas, casi solas.

Mas de 1300 almas sesionan en una asamblea comunitaria en la sierra de Aquismón, la mesa de registro no cesa de recibir participantes, mientras las autoridades agrarias revisan la abultada agenda y por consiguiente las intervenciones.

Sin las formalidades de la ley agraria, la asamblea impone su costumbre no importa que este el visitador de la procuraduría agraria, quien preside es el Comisariado y punto.

Se instala la asamblea y viene el informe de cuentas peso por peso con detalle milimétrico, el cual no tiene objeciones. Se pasa a ver lo de la fiesta patronal donde el cura fue rebasado por las autoridades agrarias y la asamblea aprueba todo, más aún cuando el presidente municipal ofrece bandas musicales y la pólvora. Mientras varias mujeres protestan por no tomar en cuenta al sacerdote.

Viene el turno de un juicio por un solar, la disputa es entre familiares, un hombre contra unas mujeres. El hombre reluce su masculinidad alfa y saca papeles y hasta comprobantes de que esta en regla con las cooperaciones. La joven mujer nerviosa pero firme, argumenta estar su madre en posesión por hace más de 26 años. La opinión se calienta en la asamblea, las autoridades agrarias ante las formalidades del hombre insinúan darle razón y quieren el aval asambleario para desalojar el solar.

De nueva cuenta son las mujeres que protestan inicialmente y hacer ver que la madre viuda padece cáncer, que ahí viven dos mujeres más y dos niños huérfanos. ¿Como van a desalojarlos si tienen la posesión y viven tal circunstancia?

Irrumpe un hombre preguntando: ¿Quien conoce al tipo que dice ser dueño? Nadie sale por el desconocido y cuando vuelve a pregunta ¿quién conoce a las mujeres que viven ahí? La asamblea levanta la mano. Remata el hombre señalando ¿porque las autoridades agrarias defienden a un desconocido y no a las que si tienen arraigo en la comunidad. Se arma el alboroto. Los que presiden llaman al visitador agrario, pero este desapareció del presídium y no aparece por el momento.

El juicio se trabo y la asamblea manda a las familias en disputa a conciliar y ponen en orden las autoridades.

Reaparece el visitador agrario, destaca la conciliación y busca llevar a la asamblea a que valoren la certificación de la comunidad ofreciendo certidumbre jurídica.

Pero la asamblea no muerde el anzuelo, pues históricamente desde el 92 no quieren abrir paso al despojo y compraventa de tierras, más aún ante la amenaza de la minería y los proyectos hoteleros en puerta.

Al visitador se le queman los pies por irse y sale disculpándose. Viene al micrófono otro orador que reivindica el origen ancestral de los tenek, su preferencia sobre el uso de los recursos naturales y el derecho a la consulta, en las que hay que estar al tanto de los resultados, pues estos deben reflejar la opinión y posición de las comunidades indígenas. Pues hay casos donde no respetan o cambian resultados imponiendo reformas que no reflejan lo que dijo la gente. Como fue en el año 2013, donde unos diputados imprudentes, impusieron 3 años de vigencia en el cargo honorífico del juez auxiliar, cuando la costumbre es de 1 año; desoyendo lo consultado causaron gran problema, esperemos que con esta pasada consulta corrijan su atropello.

Llama a cuidar que en la consulta de turismo se busque que la comunidad se haga de financiamiento para edificar sus propios servicios de hostelería y alimentación, pues no se trata de ser servidumbre de los privados si nosotros somos dueños de la tierra y somos lo que sembramos el agua.  No se trata de ser peones en nuestra tierra, sino dueños de nuestro camino.

La asamblea siguió y al término, 5 casos de mujeres indígenas relucieron por amenazas de despojo de sus solares y sus casas.

Así se vive en muchos lugares el patriarcado rural e indígena. Siendo las mujeres víctimas del abuso de los propios y la omisión institucional que se va al baño o se vuelve ojo de hormiga cuando se le necesita, simplemente las instituciones están muy lejos de los problemas de las mujeres indígenas y ellas muy cerca de las desgracias, pues la violación a los derechos humanos se ha feminizado dentro y más fuera de la comunidad indígena. Sino pregúntenles a las mujeres jornaleras o trabajadoras del hogar que prácticamente abandonadas, enfrentan cotidianamente injusticias.

 

Observatorio Indígena Mesoamericano