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El Mirador
Redacción

Los espectáculos y la violencia contra la complexión femenina

 

En las últimas semanas, Madonna, Michelle Rodríguez, Rihanna y Yuridia han recibido todo tipo de críticas y comentarios por su apariencia física. Con ello, la audiencia (e incluso los propios medios de comunicación) han quitado el foco de sus trayectorias profesionales para dirigir una mirada machista y misógina a sus cuerpos. 

 

Estas mujeres forman parte de industrias desiguales en aspectos como las brechas salariales, la falta de representaciones reales de las mujeres y, el punto central de este texto, la hipersexualización de los cuerpos femeninos como una de las formas de hacerse camino en la música y la actuación.

 

En su ensayo “Acceso de las mujeres a la industria de la música popular”, la etnomusicóloga feminista Teresa López Castilla apunta que este fenómeno ha ganado terreno desde la aparición del canal musical MTV en la década de 1908. En él, diversas artistas comenzaron a fijar patrones de belleza y sexualidad en sus videos que se convirtieron en referente para las que venían detrás de ellas.

 

Tales patrones giran alrededor de cuerpos, vestuarios y maquillajes pensados para el performance, el baile y la espectacularidad de la sexualidad femenina. Las mujeres que encajan en estos estándares son, por supuesto, mujeres delgadas o con caderas y senos abultados. ¿Y el talento? Bueno, el talento viene casi por añadidura.

 

Por otro lado, López Castilla apunta a esta explotación comercial del cuerpo femenino como la responsable de enviar un mensaje erróneo a las y los espectadores. Y es que, en un inicio, la imagen de algunas artistas fue disruptiva por presentarse como sex symbols frente a una audiencia conservadora. En este sentido, las mujeres que expresaban su sexualidad tenían control sobre sí mismas. Su poder, entonces, se redujo a su atractivo físico y dejó de lado su talento en el escenario.

 

Pero, con el paso del tiempo, las cosas han cambiado. Las artistas reconocen su fuerza más allá de su físico, aunque la audiencia no esté muy feliz por ello. 

 

Los casos de Michelle, Yuridia, Madonna y Rihanna

En México, una mujer que ha salido de los estándares impuestos por la industria del entretenimiento es la actriz Michelle Rodríguez, quien tiene su serie biográfica en Netflix y además fue portada de la revista Marie Claire en enero de este año. Las reacciones ante dicha portada, sin embargo, reflejan justamente lo que ha señalado Teresa López Castilla: hay patrones claramente establecidos, y salirse de ellos significa convertirse en blanco de críticas.

 

Así, Michelle Rodríguez ha recibido un sinfín de comentarios donde las personas critican su cuerpo y se preguntan cómo es que una mujer se atreve a “posar con un cuerpo así” frente a una cámara. Pero la respuesta de la comediante ha sido contundente: “Habito en un cuerpo grande y no me avergüenza”.

 

Los agresores de Michelle Rodríguez se han escudado en el pretexto de la “romantización de la obesidad” y la preocupación por la salud de las personas. No obstante, para ella es claro que se trata de un asunto de discriminación, mismo que, hace años, afectó gravemente a la cantante sonorense Yuridia.

 

A los 19 años, Yuridia se convirtió en una revelación musical tras exponer el potencial de su voz en una competencia artística. Pero, para periodistas como Paty Chapoy, el tema fue el peso y la apariencia física de la joven. Algo similar sucedió hace poco tiempo con Madonna, quien se presentó en la entrega de los premios Grammy 2023 tras haberse realizado una cirugía estética. 

 

Para medios nacionales e internacionales, la noticia no fue su introducción a la premiación sino su aspecto “irreconocible”. “¿Por qué asusta la cara de Madonna?”, escribió La Vanguardia al respecto. Porque la cantante, empresaria y compositora decidió cambiar su imagen para seguir adecuándose a un canon que no se mueve desde hace décadas. Si hay que señalar a alguien, entonces, hay que señalar a la industria musical.

 

Esta industria, por otro lado, se cimbró recientemente con la llegada de Rihanna al escenario del Super Bowl. Su atuendo cómodo y su vientre de embarazada desataron las críticas de quienes querían un espectáculo “habitual” para una mujer cantante. Pese a esto, es evidente que la fuerza de su presencia y su voz fueron suficientes para ofrecer un espectáculo de calidad.

 

La representación importa

Las agresiones contra Yuridia le trajeron problemas emocionales que incluso la orillaron a contemplar la idea de terminar con su vida. Además, tanto ella como su familia fueron agredidos y perseguidos por los medios de comunicación. Sin embargo, la cantante se ha repuesto a estas críticas a pesar de que los responsables de sus agresiones no hayan asumido aún el peso de sus palabras.

 

Esto último se refleja en la forma en la que ofrecieron disculpas públicas, afirmando que no era su intención hacer que la cantante se ofendiera, como si ella fuera la culpable de todo lo que desencadenaron sus comentarios. Por otro lado, es importante destacar que estas disculpas surgieron solo por indicación de la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (CONAVIM) y no por un ejercicio de reflexión o autocrítica voluntario.

 

A pesar de este entorno apático, tanto Yuridia como Michelle Rodríguez han afrontado la polémica alrededor de sus cuerpos centrándose en el auto reconocimiento del valor propio más allá de la apariencia física.

 

“Mi cuerpo es bello, mi cuerpo existe, mi cuerpo siente, lo amo y no lucho contra él. Mi cuerpo no es una batalla, mi cuerpo es una revolución”, respondió Michelle Rodríguez en un video difundido a través de redes sociales.

 

Está decisión individual de alzar la voz frente a la violencia impacta en lo colectivo. Y es que tanto el mensaje de Michelle Rodríguez como la puesta en escena de Rihanna y la perseverancia de Yuridia para seguir en los escenarios nacionales aportan a una representación real de las mujeres.

 

Dicha representación se aleja de los estándares establecidos por las grandes industrias y muestra cuerpos grandes, cuerpos embarazados, cuerpos que solo son eso: mujeres siendo mujeres y exponiendo sus talentos ante las audiencias.

 

Incluso si estas mujeres deciden someterse a procedimientos para cambiar su apariencia, como en el caso de Madonna, no corresponde a nadie emitir opiniones acerca de ello. Recordemos la consigna: «Mi cuerpo es mío, yo decido, tengo autonomía, yo soy mía». La cantante estadounidense lo sabe y responde a las críticas diciendo: «Nunca me he disculpado por ninguna de las elecciones creativas que he hecho ni por la forma en que me veo o me visto y no voy a empezar».

 

“La representación es importante y está sucediendo”, dice Michelle Rodríguez. Esta nueva representación apuesta por el reconocimiento de las mujeres por sus talentos y no por su físico. Porque nadie tiene el derecho de opinar sobre cuerpos ajenos con base en estándares cosificantes y degradantes.