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El Mirador
Redacción

Los aprendizajes que han dejado 3 años de Covid-19

El 27 de febrero del 2020 se confirmó el primer contagio de covid-19 en nuestro país. El 16 de marzo de ese año, el gobierno implementó la “Jornada Nacional de Sana Distancia” (nunca se declaró oficialmente una cuarentena). A tres años de distancia de la mayor amenaza a la humanidad desde la Segunda Guerra Mundial y la Crisis de los Misiles del siglo pasado, las cifras son desoladoras: más de 681 millones de casos confirmados y casi 7 millones de muertes a nivel mundial; en México, 7.5 millones de casos y 333,235 muertes confirmadas. El desastre de las políticas sanitarias hace imposible saber el número de casos reales; tomando el exceso de mortalidad del Inegi, casi 800,000 mexicanos perdieron la vida. Todos perdimos a alguien.

 

¿Qué hemos aprendido en estos tres años?

 

La ciencia, el ingenio y la acción decisiva de algunos líderes mundiales salvaron nuestra forma de vida. Por primera vez, una vacuna es desarrollada y producida en menos de dos años. Los científicos, organizaciones civiles, líderes empresariales y algunos gobiernos y políticos, sabiendo de la peligrosidad del virus, no sólo crearon y financiaron las vacunas y acciones sanitarias, también sentaron el camino para sobrevivir a la epidemia más peligrosa en cien años.

 

Los héroes sí existen y están entre nosotros: el personal de salud, médicos, enfermeras, asistentes, rescatistas, paramédicos, laboratoristas, asistentes y todos los que, aun sabiendo el riesgo, ofrecieron su propia vida, salud y conocimientos para salvarnos a todos. Los rescatistas, bomberos, fuerzas del orden, ejército, policías. Todos los trabajadores de limpieza, de energía, de agua, gas, transporte público, carteros e infraestructura en general. Los que trabajan el campo, en la cadena de distribución de alimentos, en los sistemas financieros que permitieron que la economía siguiera funcionando. Profesores y maestros que encontraron la manera de seguir enseñando a los alumnos. Trabajadores gubernamentales que hicieron que los países, estados y poblaciones mantuvieran su forma de vida aun a costa de la propia. Periodistas, reporteros, técnicos y todos aquellos que nos permitieron seguir informados en los medios tradicionales y digitales.

 

La ciencia salvó nuestras vidas, pero el arte salvo nuestras mentes. Durante el confinamiento, las artes nos permitieron viajar en nuestros hogares, la música nos daba consuelo, niños y jóvenes comenzaron a leer libros por primera vez más allá de los requeridos por las escuelas, bailamos, reímos y lloramos; los creadores y artistas nos dieron vida.

 

Redescubrimos los claroscuros de la humanidad. De acuerdo al adagio “no da el que tiene, da el que quiere”, vimos actos desinteresados de ayuda. Donativos, voluntariado, solidaridad, acción social, bondad, compasión, caridad y todas las virtudes del ser humano predominaron en esos momentos. Desafortunadamente, también existieron muestras de maldad, egoísmo, avaricia, vileza, falta de ética y estupidez. Todos conocemos a quien actuó de esa forma, no lo olvidemos nunca.

 

Aprendimos la importancia de un gobierno preparado, competente, unido y trabajando para sus pueblos y no para los intereses individuales del partido en el poder. No es casualidad que los países con más decesos contaran con gobiernos más interesados en ganancia política que en la vida de sus ciudadanos. Las políticas populistas de Trump, Bolsonaro, Putin y López Obrador llevaron a Estados Unidos, Brasil, Rusia y México a la tragedia en el número de casos y muertes. Nunca sabremos las cifras exactas, sólo las oficiales. Aun así, estos cuatro países junto con India lideran las fatalidades a nivel mundial.

 

Para muestra, las frases de AMLO y López-Gatell en el 2020: “No se necesitan hospitales especializados”, recomendaban “abrazarse, no pasa nada”, con las estampitas con la leyenda “Detente” uno estaba protegido, “la (pandemia) nos vino como anillo al dedo”, “el cubrebocas tiene una nula utilidad”, “en un escenario catastrófico llegaremos a 60 mil muertes”, entre otros disparates.

 

En 1985, México sufrió la tragedia más grande de su historia hasta ese momento. El terremoto mostró la incapacidad gubernamental de la “dictadura perfecta”. Estoy seguro que los jóvenes de aquel entonces aprendimos bien la lección y sacamos en forma democrática al PRI después de 70 años en el poder. El gobierno actual mostró su incompetencia y vileza en la pandemia. Ojalá los jóvenes de ahora hayan aprendido también la lección.