Por Redacción Contra Réplica

Así se vivió el Viernes Santo en todo el mundo

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La guerra en Gaza lastró la celebración del Viernes Santo en Jerusalén y muy pocos peregrinos salieron a las calles para la procesión en la Ciudad Vieja, que según la tradición retoma el camino que recorrió Jesús antes de ser crucificado.

 

La seguridad se reforzó en los estrechos callejones de la ciudad vieja, sagrada para los judíos, los cristianos y los musulmanes, y situada en Jerusalén Este, ocupada y anexionada por Israel desde 1967.

 

Por casualidades del calendario pasaron también por las calles miles de palestinos que realizan el ayuno del ramadán, el mes sagrado del Islam, y acudían a la oración del viernes en la mezquita de Al Aqsa.

 

"Es muy emocionante estar aquí en este Viernes Santo. Sentimos una profunda trsiteza, probablemente más fuerte por lo que pasa" en Gaza, declaró el australiano John Timmons, quien afirma habérselo pensado dos veces antes de viajar a la Ciudad Santa.

 

La guerra se desencadenó el 7 de octubre, tras el ataque del movimiento islamista palestino Hamás en el sur de Israel, que dejó unos 1.160 muertos, en su mayoría civiles, según un recuento de AFP basado en fuentes israelíes.

 

En respuesta, Israel lanzó una ofensiva aérea y terrestre en Gaza que ya dejó más de 32.600 muertos, también civiles en su mayoría, según el Ministerio de Salud del territorio, gobernado por Hamás desde 2007.

 

Lluvia en Sevilla 

 

Las lluvias torrenciales en España obligaron a anular las célebres procesiones católicas de la madrugada del Viernes Santo en Sevilla, lo que causó gran decepción entre los fieles después de meses de preparativos.

 

Es la primera vez desde 2011 que el mal tiempo obliga a cancelar la salida de las seis procesiones de la Madrugá. En 2020 y 2021 fueron también anuladas, pero a causa de la pandemia de coronavirus.

 

Las procesiones de la Madrugá, organizadas por seis hermandades, salen a las calles de la ciudad andaluza con sus imágenes y sus penitentes con capirotes durante la noche y la mañana del Viernes Santo.

 

Habitualmente congregan a decenas de miles de fieles, curiosos y turistas, atraídos por imágenes de vírgenes como la Esperanza de Triana y la Esperanza Macarena, o el cristo del Gran Poder.

 

Tras conocerse las anulaciones, con el motivo de proteger de la lluvia estas tallas religiosas, algunas de hace varios siglos, los fieles se abrazaron y besaron para consolarse.

 

Crucifixiones en Filipinas 

 

Católicos de Filipinas representan los últimos instantes de vida de Jesucristo dejándose clavar en cruces de madera o se flagelan hasta hacer saltar sangre en unas muestras extremas de devoción religiosa en el Viernes Santo.

 

Aunque la mayoría de filipinos van a la iglesia y pasan el festivo en familia, cientos de ellos se congregaron en los pueblos alrededor de la ciudad de San Fernando, al norte de Manila, para ver cómo algunos fieles se castigan a sí mismos para expiar sus pecados o pedir milagros a Dios.

 

Decenas de personas con el torso desnudo con sudarios negros y coronas hechas de hojas andan descalzos en las polvorientas calles, golpeando rítmicamente con varas de bambú sus espaldas ensangrentadas.

 

Estos actos extremos son rechazados por la Iglesia católica y las autoridades sanitarias del país, que esta semana pidió evitar "ritos que lleven a heridas físicas".

 

Restricciones en Nicaragua 

 

Los católicos de Nicaragua celebraron el viernes el Viacrucis restringido a los alrededores de las iglesias, ante la prohibición gubernamental que rige desde hace dos años para las tradicionales procesiones en las calles.

 

Las celebraciones de Semana Santa se realizaron en medio de tensiones entre la Iglesia católica y el gobierno de Daniel Ortega, tras la detención de unos 20 clérigos en las festividades de Navidad y Año Nuevo, excarcelados el 14 de enero y enviados a Roma, tras un acuerdo con el Vaticano.

 

Las relaciones entre el gobierno y Iglesia se deterioraron en las protestas antigubernamentales de 2018, que dejaron más de 300 muertos, según la ONU. El presidente las consideró un intento de golpe de Estado patrocinado por Washington y apoyado por un sector del clero.

 

La policía debe autorizar toda actividad pública, incluidas las religiosas.