En una era marcada por el constante bombardeo de información digital, las redes sociales y las tendencias que van y vienen a la velocidad de un clic, los jóvenes nos encontramos navegando en un mar de caos. Preguntas como "¿Ya viste lo último que se compartió en redes?", "¿Qué está de moda en 2024?" o "No sé por quién voy a votar", "Lo vi en X, IG, FB", llenan nuestros días y nuestras conversaciones, reflejando el tumulto de estímulos que enfrentamos a diario.
Sin embargo, a mis 25 años, he redescubierto un refugio, una forma de hacer una pausa en este torbellino constante: La lectura. Cuando me siento a leer, no lo hago por obligación, sino por el puro placer de hacerlo. La lectura me ha permitido viajar sin moverme, imaginar mundos inexplorados y vivir vidas que no son la mía. A través de las páginas de un libro, he encontrado herramientas para entender mejor mi propio "caos" y, en ocasiones, incluso resolver situaciones que parecían insuperables. La realidad es que, a pesar de lo que se suele pensar, no creo que los jóvenes hayamos dejado de leer. Más bien, estamos tan inmersos en el "caos" que nos rodea que a veces olvidamos el increíble universo que la lectura tiene para ofrecernos.
Es con este espíritu de exploración y descubrimiento que inicio esta columna. Mi intención no es tanto recomendar libros específicos, ni nada así "aburrido", sino compartir experiencias de lectura nos ofrece. Quiero invitarte a que, juntos, redescubramos la lectura no como una tarea o un deber, sino como un viaje personal hacia el entendimiento, la imaginación y, por qué no, una forma de encontrar cierto orden en el desorden que a veces caracteriza a nuestra generación. La lectura, más que un escape, puede ser un puente hacia una comprensión más profunda de nosotros mismos y del mundo que nos rodea. Así que, la próxima vez que te sientas abrumado por el "caos", te animo a tomar un libro y dejar que te lleve a donde menos lo esperas.