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Alberto Flores
El emparrillado

Karen

Si alguien me preguntara cual es mi opinión sobre Aaron Rodgers, tengo la amarga sensación de no poder responder de inmediato a causa del torbellino de sensaciones que me provoca hablar de el antigüo no. 12 de los Empacadores de Green Bay.

Por un lado es increíble el pensar cómo comenzó su carrera en el equipo de la ciudad más pequeña en la NFL: cayendo en el draft, pasando años bajo la sombra de Favre, siendo cuestionado fuertemente en su primera temporada como titular… y luego imponer su talento con un Super Tazón, 4 premios al jugador más valioso de la temporada y toda clase de récords difíciles de superar para las nuevas generaciones.

¿Que cómo me atrevo a ser un malagradecido con el personaje que evitó que el equipo al que admiro cayera en el olvido? Bueno, eso se debe a que últimamente se ha vuelto un dolor de cabeza para cualquiera que conviva con él en la liga.

Desconozco si las razones detrás de su cambio de chico tímido a diva insufrible tiene que ver con las conmociones cerebrales que ha sufrido a lo largo de su carrera, o si tiene que ver más con las ridículas cantidades de dinero que negoció para asegurar la prevalencia de la misma, o si simplemente es como se deteriora el juicio de las personas de tez blanca como nos muestran las famosas “Karens”... no tengo idea, pero cada vez que Rodgers aparece en los titulares me hace pensar que muy probablemente es la última.

Afirmar que la medicina alternativa lo hacía inmune al COVID, ceremonias de Ayahuasca, confinamientos solitarios, torneos de golf, excursiones a lugares exóticos, Rodgers busca cualquier excusa para tener a los tabloides de espectáculos encima de sus actitudes extrañas, pero sobre todo parecen excusas para no estar con sus compañeros de equipo entrenando a pesar del tiempo que ha pasado lejos del emparrillado.

Desde 2017, Rodgers tiene esta mala praxis de ignorar los entrenamientos obligatorios para realizar alguna actividad de persona blanca que lo mantenga ocupado y lejos de la “presión” de ser un jugador de fútbol americano. Y es justo pensar que los jugadores necesitan momentos de alejarse de este deporte tan exigente, pero que unas vacaciones se vuelvan un hábito tóxico anual es señal de alerta para quien quiera tener al señor en su plantilla.

Y claro que su talento puede compensar por muchas cosas, pero la química con su equipo es algo que realmente le ha dejado de causar cualquier tipo de interés desde que estaba en Green Bay, y lastimosamente es algo que le ha faltado a todos los equipos que ha dirigido desde hace años. Por eso es que pienso que no ha vuelto a llegar al superbowl desde aquel lejano 2011.

Por eso pienso cada vez que aparece en los tabloides: qué bueno que eso ya es problema de otro equipo…