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Alberto Flores
El emparrillado

Toda la Fe

Ya había hablado de esto anteriormente pero solo quiero dejar muy en claro y ser muy puntual con que me parece una situación completamente desfavorable para un joven de 22 a 24 años el cargar con el peso de una franquicia deportiva y tener las miradas de toda una ciudad esperanzada en el triunfo -o cuando menos el progreso- de su equipo de casa.

Tal vez haya deportes donde los jugadores debutan a una edad más temprana, pero en el futbol los ojos de la organización y de quién pierde el partido están dispersos entre varios protagonistas… en el futbol americano, solo hay una figura que importa al momento de tener a los jugadores en el campo: el mariscal.

Responder ante la presión de tener a enormes sujetos de más de 150 kilogramos intentando neutralizarte, contar con milésimas de segundo para encontrar a un receptor abierto entre lo largo y ancho del campo, recordar la jugada, lanzar un pase preciso o tomar la decisión de huir por tu vida, definitivamente la figura del mariscal es una de las posiciones más difíciles de jugar en este y en la mayoría de los deportes.

Brincar de la etapa colegial a la profesional también representa brechas abismales contra la experiencia y complejidad del deporte en sus más altos niveles. Muchos no logran hacer la transición por la falta de experiencia y son puestos en situaciones de mucha presión, que terminan en lesiones físicas y psicológicas que pueden llevar al retiro de manera muy -pero MUY- prematura.

Este año, los ojos de los aficionados están en Caleb Williams, la nueva cara de los Osos de Chicago que parece ser la respuesta definitiva a las plegarias que una de las organizaciones más añejas del futbol americano profesional lleva décadas implorándole a los dioses. Chicago no ha sido una ciudad de mariscales como su rival Green Bay: todos sus equipos exitosos lo han sido por sus defensas, pero nunca han visto espectáculos aéreos como los que ofrecen Patrick Mahomes, Joe Burrow o Josh Allen. Han tenido que vivir con la desgracia de experimentar con personalidades nefastas y talentos poco producidos que se desperdician por la desesperación de encontrar a la cara de la franquicia.

En este momento, Caleb tiene lo necesario para triunfar: un equipo bien armado, un contrato bastante lucrativo, y un calendario de oponentes lo suficientemente flexible. Solo el tiempo dirá si los Osos tomaron la mejor decisión y, si no lo fue, ojalá sea una tan mala que nos ayude a olvidar que eligieron a Mitchell Trubiski sobre Patrick Mahomes en 2015.