Atenas enfrenta una emergencia severa debido a un incendio forestal que se ha extendido rápidamente por sus alrededores, empujado por una combinación de vientos intensos y un verano excepcionalmente cálido. Las llamas han consumido vastas áreas de bosque, viviendas y vehículos, llevando a las autoridades a evacuar múltiples comunidades y zonas residenciales.
Más de 30 aviones lanzadores de agua y cientos de bomberos están desplegados en un esfuerzo frenético por contener las llamas que amenazan la capital griega. La situación se ve agravada por las condiciones climáticas extremas, con olas de calor sucesivas que han secado la vegetación, aumentando el riesgo y la intensidad del incendio.
El fuego, que también ha obligado a evacuar instalaciones médicas y afecta a suburbios residenciales, se alimenta de bosques de pinos resecos por un invierno poco generoso en precipitaciones y un verano de temperaturas récord. Junio y julio ya habían establecido nuevos máximos históricos en términos de calor, complicando aún más la respuesta a emergencias.
Reportes de medios locales indican que dos bomberos han sufrido heridas menores y varios civiles han necesitado atención médica por inhalación de humo, lo que subraya la gravedad de la crisis. Las autoridades continúan coordinando las operaciones de evacuación y combate al fuego, mientras la comunidad internacional observa con preocupación el desarrollo de los acontecimientos. La batalla contra este desastre natural sigue en pie, mientras Grecia enfrenta uno de sus veranos más duros.