El genocidio en Gaza ha encendido una llama de indignación y protesta en todo el mundo, convirtiendo a Gaza en un símbolo universal de resistencia contra la opresión. Mientras las imágenes de la devastación palestina provocan una fuerte reacción internacional, la comunidad global se polariza entre la solidaridad con el pueblo palestino y la creciente intolerancia respaldada por intereses en favor de Israel. Esta situación ha llevado a un despertar de conciencia global sobre las injusticias y el colonialismo.
En Bogotá, un megaconcierto en la Plaza de Bolívar reunió a miles de personas bajo una bandera palestina, mientras músicos como Ahmed Eid y el conjunto Escopetarra ofrecían sus voces en protesta contra el genocidio. La resistencia también se manifiesta en otras partes del mundo, como en Estados Unidos, donde estudiantes organizan campamentos para desafiar a las directivas universitarias y a la policía en apoyo a Palestina. A pesar de la represión y el riesgo, la movilización global crece.
Por otro lado, el conflicto en Gaza también ha intensificado la violencia y la intolerancia, evidenciada por el ataque de un grupo neonazi en Suecia y el bombardeo de una escuela de la ONU en Gaza. Los gobiernos occidentales, a menudo responsables de apoyar y encubrir las acciones de Israel, enfrentan críticas por su hipocresía y su doble moral al condenar otras invasiones mientras respaldan las políticas israelíes. La discrepancia en las reacciones ante diferentes conflictos subraya una crisis de ética y humanidad en la política internacional.
La creciente corriente anticolonialista, impulsada por líderes y activistas de todo el mundo, está forjando un nuevo camino hacia la justicia y la igualdad. Desde figuras como Noam Chomsky y Chris Hedges hasta el presidente Gustavo Petro, esta ola de resistencia busca transformar la indignación en un movimiento político efectivo, desafiando el orden establecido y abogando por una nueva forma de convivencia basada en la dignidad y el respeto. La liberación de Gaza podría marcar el inicio de un cambio radical en el equilibrio de poder global.
Con información de: La Jornada