El río Amazonas, conocido como el "pulmón de la Tierra", enfrenta una crisis sin precedentes debido a la sequía récord del último año y la falta de lluvias constantes. Este descenso drástico ha generado serios problemas en la economía, navegación y vida silvestre de la región. Millones de personas y un sinfín de especies dependen de esta cuenca para su subsistencia, y la sequía amenaza su futuro.
El Servicio Geológico Brasileño (SGB) advierte que el caudal de los ríos del Amazonas está en niveles críticos. El río Negro, que en Manaus llegó a 24 metros de profundidad en 2023, hoy se encuentra en solo 21 metros. Fenómenos como la deforestación, el cambio climático y el fenómeno La Niña han contribuido a este declive.
La caída del agua no solo afecta al ecosistema; también está desestabilizando la economía. Las barcazas que transportan granos y bienes tienen dificultades para navegar en el río Madeira y el propio Amazonas. El gobierno de Brasil ha iniciado operaciones de dragado, pero estas son solo soluciones temporales ante un problema mayor. Los altos costos de desvío de rutas y las interrupciones logísticas ponen en peligro la economía local.
Las comunidades ribereñas están entre las más afectadas. La sequía ha aislado poblados que dependen de los ríos para acceder a alimentos, medicinas y servicios. Además, la pesca, principal fuente de ingresos para muchas familias, ha disminuido drásticamente. El aislamiento y la pérdida de sustento han agravado las condiciones de vida, impidiendo el acceso a la educación y a la atención sanitaria.