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Martha Navarro
El mundo de los introvertidos

¿Por qué sobrepensamos?

¿Te ha pasado que una situación que parece mínima la anclas en tu cabeza dándole miles de escenarios posibles?. Sobrepensar es una trampa mental en la que muchos caemos, atrapados en un ciclo de pensamientos repetitivos y análisis excesivos que a menudo no nos llevan a ninguna parte. Es esa sensación de darle vueltas una y otra vez a las mismas preocupaciones, decisiones o eventos, buscando respuestas o control, cuando en realidad solo estas aumentando tu ansiedad. Pero, ¿por qué sobrepensamos y, lo más importante, cómo podemos romper con este hábito que, en lugar de ayudarnos, nos paraliza?

La raíz del sobrepensar puede variar de persona a persona, pero en muchos casos está relacionada con la necesidad de control. Como seres humanos, a menudo sentimos que, si analizamos una situación desde todos los ángulos posibles, podremos prever cualquier problema o tomar la decisión "correcta". En una época como esta, donde la información está al alcance de nuestras manos, es fácil caer en el error de pensar que más analicemos más tendremos una respuesta segura. Sin embargo, la realidad es que, en lugar de claridad, sobrepensar nos sumerge en un mar de dudas.

Claro que hay ciertos aspectos que pueden intervenir para que esto sea mucho más frecuente, la ansiedad es uno de ellos. Las personas que padecen ansiedad tienden a sobrepensar como una forma de afrontar su preocupación por el futuro o los errores del pasado. En vez de vivir en el presente, sus mentes están atrapadas en lo que podría salir mal o en lo que no salió bien. A veces, esta tendencia también está relacionada con el perfeccionismo, el miedo al fracaso o a las críticas. Se trata de buscar una solución perfecta o evitar cualquier posible error.

Romper con el hábito de sobrepensar no es sencillo, pero tampoco es imposible. Aquí algunos te dejo algunos consejos que el sitio web therapyside nos comparte para dejar atrás estos patrones. 

1. Reconocer el ciclo. El primer paso es ser consciente de que estamos sobrepensando. Muchas veces, el sobrepensar ocurre de manera tan automática que no nos damos cuenta hasta que ya hemos pasado horas sumergidos en la misma preocupación. Identificar el momento en que comenzamos a entrar en este ciclo es clave para detenerlo.

2. Establecer límites de tiempo para pensar. Un truco útil es asignar un tiempo específico para reflexionar sobre una decisión o problema. Por ejemplo, darte 10 o 15 minutos para analizar el tema. Una vez pasado ese tiempo, decide dejarlo ir, sabiendo que has dedicado un espacio específico a pensarlo.

3. Practicar la atención plena (mindfulness). La atención plena es una excelente herramienta para combatir el sobrepensar, ya que nos ayuda a concentrarnos en el presente y no en las preocupaciones del futuro o del pasado. Prácticas como la meditación, la respiración profunda o simplemente prestar atención a lo que estamos haciendo en el momento pueden romper el ciclo del pensamiento repetitivo.

4. Centrarse en soluciones. Muchas veces, el sobrepensar se enfoca únicamente en los problemas y no en las posibles soluciones. Cambiar el enfoque hacia lo que puedes hacer para resolver la situación, en lugar de solo preocuparte, es un cambio de mentalidad que puede liberar a tu mente del estancamiento.

5. Aceptar la incertidumbre. Parte del problema del sobrepensar es la creencia de que, si analizamos lo suficiente, podremos tener certeza absoluta sobre el futuro. Sin embargo, aceptar que la incertidumbre es parte de la vida y que no siempre podemos controlar todo nos da la libertad de dejar de preocuparnos por cada pequeño detalle.

Finalmente, tomar acción es una de las formas más efectivas de vencer el sobrepensar. Incluso si no estás completamente seguro de qué decisión tomar, el simple hecho de moverte hacia adelante te sacará del ciclo de duda. A veces, lo que más necesitamos no es más análisis, sino la valentía de actuar, aprender de los errores y seguir avanzando.

Dejar de sobrepensar y más cuando tienes arraigado el hábito no es nada sencillo, pero con la práctica y las herramientas adecuadas, es posible encontrar un equilibrio entre reflexionar de manera útil y dejar de lado la preocupación innecesaria. Al final, la paz mental no se encuentra en analizar cada detalle, sino en confiar en uno mismo y en el proceso de la vida.