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Alberto Flores
El emparrillado

Otra de los Vaqueros

Hay una verdad indiscutible en el mundo del fútbol americano. Una que une a los fanáticos de este deporte bajo un evento que cada que ocurre se celebra con la peculiar imágen de una rana: que pierdan los Vaqueros de Dallas.

Pero cuando pierden de la manera en la que perdieron este pasado fin de semana, la risa de burla se va desvaneciendo en una que evoca más a la lástima y a la vergüenza ajena. Claro que es satisfactorio burlarse de los fans de los Vaqueros que con su tono pedante te dicen que “son los mejores” o “el equipo de América”, pero también dan ganas de abrazarlos ante las caídas tan estrepitosas de su equipo en condiciones que se les han acomodado para demostrar justamente lo contrario.

En la celebración del cumpleaños de Jerry Jones, dueño de los Vaqueros, el equipo decidió regalarle la peor derrota que el equipo haya sufrido en casa: 47-9 (¡Scorigami!), acompañado de cientos de cuestionamientos que tanto fanáticos como reporteros y analistas han sido implacables en hacerle al magnate tejano por su mal manejo del equipo.

Jones decidió convertir al mariscal Dak Prescott en el mariscal mejor pagado de la liga a pesar de su juego inconsistente, falló en su promesa de atraer nuevo talento al equipo a pesar de afirmar sería agresivo en la agencia libre, tuvo un draft mediocre que ha tenido que obligar a funcionar por la enorme cantidad de lesiones en el equipo, ha permitido que las carencias del entrenador Mike McCarthy y el coordinador defensivo Mike Zimmer afloren dando la razón de su despido de su equipos anteriores. Y por sobre todas las cosas, le ha dado todo tipo de certeza a sus detractores de sus malas decisiones dejando que sus emociones se apoderen de él incluso amenazando a quienes lo entrevistan.

Ahora, viene la pregunta: ¿Jerry Jones es el problema? Como ya he mencionado en entradas anteriores, creo que es una parte importante pero no la principal. Poner una vara de calidad tan alta al inicio de su administración acostumbró a los fanáticos a cumplir ciertos estándares y a que Jones confiara en que sus decisiones siempre habrían sido las correctas porque acertó una vez en un escenario donde se encontraba remando contra corriente.

Los trabajos de varias personas están en duda a causa del desempeño del equipo este año. ¿Habrá despidos? quizá al final. Aún hay tiempo para maniobrar el timón de este bote al borde del naufragio. Solo tenemos una certeza sobre la mesa: no es la única vez que veremos a la rana asomar su cabeza esta temporada, y quizá en marcadores mucho más escandalosos.