En la era digital, donde las redes sociales se han convertido en una plataforma poderosa para el intercambio de información, los gurús de la salud han logrado crear un mercado lucrativo, a menudo sin base científica. La serie Apple Cider Vinegar de Netflix expone el caso de Belle Gibson, una influencer australiana que engañó a miles de seguidores, asegurando haber superado un cáncer cerebral con medicina alternativa. Este caso refleja una problemática más amplia: ¿por qué tantas personas confían en estos personajes en lugar de la medicina científica?
El auge de la desinformación en el mundo del bienestar
Belle Gibson no es un caso aislado. La desinformación sobre salud circula masivamente en redes sociales y medios editoriales. En 2014, Liana Werner-Gray publicó The Earth Diet, un libro en el que afirmaba haber combatido el cáncer con una dieta de desintoxicación extrema. Aunque tales afirmaciones han sido desacreditadas, continúan atrayendo a personas que buscan soluciones rápidas y naturales. La dietista Gail Cresci advierte sobre el impacto que estos influencers tienen en los pacientes, quienes, a menudo, repiten lo que escuchan en redes sociales sin tener en cuenta la falta de evidencia científica detrás de estas afirmaciones.
La serie también pone de relieve cómo el vinagre de manzana es promovido como una cura para el cáncer, una afirmación totalmente falsa y peligrosa.
Las redes sociales han creado un espacio donde la confianza no se basa en la evidencia científica, sino en la cercanía emocional. Como ilustra la serie, el personaje de Milla, inspirado en Jessica Ainscough, rechaza una amputación recomendada por su médico para tratar su enfermedad, eligiendo remedios alternativos. Cuando finalmente busca ayuda médica, es demasiado tarde. La desinformación se propaga por varios factores:
Síntomas tardíos de enfermedades: Al principio, afecciones como la prediabetes o la hipertensión pueden no causar molestias, lo que lleva a muchos a ignorar las recomendaciones médicas.
Accesibilidad de los remedios caseros: El uso de ingredientes naturales como el vinagre de manzana parece una opción menos invasiva que los tratamientos médicos complejos y costosos.
Desconfianza en la medicina tradicional: Muchas personas buscan información que respalde lo que ya desean creer, en lugar de aceptar diagnósticos difíciles.
La crisis de confianza en la medicina tiene raíces profundas. Factores como la sobrecarga del sistema de salud, la falta de tiempo en las consultas médicas y las desigualdades de género y raza refuerzan la desconfianza en los médicos. Un estudio reveló que las mujeres tienen más probabilidades de morir si son atendidas por médicos hombres, y los afroamericanos suelen recibir un trato inferior. En este contexto, muchos encuentran en los influencers una voz más cercana a sus creencias y experiencias.
La manipulación emocional detrás de los influencers de salud
Belle Gibson es un claro ejemplo de cómo la manipulación emocional puede hacer que la desinformación se vea como creíble. En la serie, su personaje finge un ataque epiléptico para evitar ser descubierta. Según Cresci, los médicos enfrentan el desafío de combatir la desinformación sin perder la confianza de sus pacientes. La clave está en la educación y el pensamiento crítico. “Siempre les digo a mis pacientes que investiguen a los influencers que siguen. Cualquiera puede llamarse ‘nutricionista’, pero ser dietista registrado requiere años de estudio y certificaciones”, explica Cresci.
El problema no radica solo en los influencers; también es un llamado de atención para el sistema de salud. Combatir la desinformación requiere educación y un cambio en la forma en que los médicos interactúan con sus pacientes. Algunas estrategias que pueden marcar la diferencia incluyen:
- Consultas más largas y empáticas para permitir que los médicos se conecten mejor con los pacientes.
- Mejorar la comunicación médica, explicando la evidencia científica de manera comprensible.
- Regulación más estricta sobre los suplementos y pseudoterapias, muchos de los cuales no están regulados por la FDA y pueden representar riesgos para la salud.
Hoy, tanto médicos como influencers enfrentan un mismo reto: la confianza del público. Mientras los médicos carecen de tiempo para construir relaciones sólidas con sus pacientes, los influencers llenan ese vacío con promesas atractivas pero sin base científica. Para revertir esta tendencia, es necesario construir relaciones de confianza basadas en la evidencia y la educación.
En un mundo donde la información errónea se difunde con facilidad, la salud pública depende de nuestra capacidad para cuestionar, investigar y exigir pruebas antes de aceptar soluciones milagrosas.