Por Redacción Contra Réplica

El declive cognitivo en la era digital: ¿Estamos perdiendo la capacidad de pensar críticamente?

Investigaciones revelan una disminución en la capacidad de razonamiento y resolución de problemas, vinculada al consumo pasivo de información y la sobreexposición a estímulos digitales.

En un mundo donde el acceso a la información es inmediato y abundante, las últimas investigaciones sugieren una paradoja preocupante: la capacidad de las personas para razonar y resolver problemas complejos está en declive. Según un análisis del Financial Times, el rendimiento cognitivo promedio alcanzó su punto más alto a principios de la década de 2010 y ha disminuido de manera sostenida desde entonces. Esta tendencia no se limita a los adolescentes, sino que afecta también a adultos de diferentes edades.

Los resultados de pruebas estandarizadas, como los exámenes PISA, muestran que los puntajes en lectura, matemáticas y ciencias alcanzaron su máximo alrededor de 2012 y han caído notablemente desde entonces. Este descenso es más pronunciado que el impacto atribuido a la pandemia de COVID-19. Además, estudios sobre adultos, como el informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), revelan un patrón similar: alrededor del 25% de la población en países de altos ingresos no puede aplicar razonamiento matemático para evaluar afirmaciones, cifra que aumenta al 35% en Estados Unidos.

Uno de los factores clave detrás de este fenómeno es la transición de una cultura basada en el texto escrito a una dominada por formatos visuales y audiovisuales. Las redes sociales y el contenido multimedia han desplazado a la lectura tradicional. En 2022, por ejemplo, menos del 50% de los estadounidenses reportaron haber leído un libro en el último año, un mínimo histórico. Este declive en el hábito lector coincide con una disminución en la capacidad de resolver problemas y aplicar conceptos numéricos.

El entorno digital actual, caracterizado por feeds infinitos, notificaciones constantes y un flujo incesante de estímulos, favorece la distracción y la fragmentación de la atención. Los expertos hablan de una "constante alternancia de contexto", donde las personas saltan de un tipo de información a otro sin profundizar en ningún tema. Este comportamiento afecta áreas clave de la cognición, como la memoria de trabajo, la atención sostenida y la autorregulación.

Aunque la biología cerebral no ha cambiado drásticamente, la forma en que ejercitamos y aplicamos nuestras capacidades cognitivas sí lo ha hecho. Los especialistas señalan que se trata de una "brecha de ejecución": la habilidad innata sigue intacta, pero el entorno digital dificulta su pleno desarrollo.

Sin embargo, no todo está perdido. Existen propuestas para contrarrestar este declive, como fomentar la lectura profunda, promover el aprendizaje sostenido y adoptar hábitos de "dieta digital", que incluyen reducir notificaciones y limitar el tiempo frente a las pantallas. Además, podrían surgir modelos educativos que refuercen la concentración y el pensamiento crítico, aprovechando las ventajas de la tecnología sin caer en las trampas de la hiperconectividad.

En resumen, aunque el panorama actual es preocupante, también hay espacio para la esperanza. Con un uso más consciente de la tecnología y un enfoque renovado en el desarrollo de habilidades cognitivas, es posible revertir esta tendencia y recuperar nuestra capacidad para pensar críticamente en la era digital.