El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó este jueves una orden ejecutiva que inicia el proceso para desmantelar el Departamento de Educación, cumpliendo así una de sus promesas de campaña. La acción busca devolver la gestión educativa a los estados, reduciendo significativamente las funciones de la agencia federal.
Durante la ceremonia en la Casa Blanca, Trump destacó que, a pesar de la elevada inversión en educación, los resultados académicos no han sido satisfactorios, especialmente en matemáticas. Por ello, considera necesario que los estados retomen el control de sus sistemas educativos para adaptarlos a sus necesidades específicas.
La secretaria de Educación, Linda McMahon, será la encargada de ejecutar esta transición. Aunque el Departamento de Educación mantendrá funciones críticas, como la gestión de préstamos estudiantiles y becas Pell, otras responsabilidades serán transferidas a las autoridades estatales. McMahon ha expresado su compromiso de trabajar con el Congreso para llevar a cabo este proceso de manera ordenada.
Esta decisión ha generado reacciones diversas. Mientras algunos sectores apoyan la medida por considerar que reducirá la burocracia y permitirá una educación más personalizada, otros advierten que podría afectar negativamente a estudiantes de bajos ingresos, minorías y personas con discapacidades, al depender de la capacidad de cada estado para gestionar los programas educativos. Además, la eliminación total del departamento requeriría la aprobación del Congreso, lo que añade un componente legislativo al proceso.