Por Redacción Contra Réplica

El Vaticano abre la puerta del poder a las mujeres, pero el cambio aún enfrenta resistencias

Con el nombramiento de Raffaella Petrini como vicaria general del Gobernatorato, el Papa Francisco impulsa un avance inédito hacia la inclusión femenina en la estructura vaticana, aunque sin romper con la tradición del sacerdocio masculino.

Durante siglos, la Iglesia católica ha reservado los espacios de poder exclusivamente para los hombres. Sin embargo, el pontificado de Francisco ha trazado una ruta distinta, al permitir que las mujeres ocupen por primera vez cargos clave dentro de la administración vaticana. Un hito de esta transformación fue el nombramiento de Raffaella Petrini como vicaria general del Gobernatorato del Vaticano en febrero de 2025, convirtiéndose en la primera mujer en asumir una posición históricamente ocupada por varones.

Esta designación, que coincidió con una prolongada hospitalización del Papa por una infección respiratoria, representó mucho más que un gesto simbólico. Petrini ya había sido secretaria general de la administración del Vaticano, y ahora asume un cargo que le permite supervisar áreas estratégicas como la infraestructura y los Museos Vaticanos, pilares económicos de la Santa Sede. Su ascenso marca un cambio estructural dentro de una institución donde, hasta hace poco, las mujeres eran relegadas a funciones auxiliares o educativas.

Francisco ha defendido reiteradamente la necesidad de integrar a las mujeres en la toma de decisiones eclesiásticas. “Es necesario que las mujeres no se queden fuera”, ha dicho. Bajo su mandato, la proporción de mujeres empleadas en el Vaticano ha aumentado del 19.3% en 2013 al 23.4%, y en la Curia alcanza ya el 26%. También ha designado a la hermana Simona Brambilla como prefecta del dicasterio que supervisa las órdenes religiosas, otra señal del camino que busca abrir. No obstante, el Papa ha mantenido la prohibición del sacerdocio femenino, un punto que sigue generando decepción entre muchas católicas.

El empoderamiento femenino en el Vaticano no ha estado exento de resistencias. Los sectores más conservadores acusan a Francisco de alterar la doctrina, y advierten que estos cambios desdibujan la tradición. Mientras tanto, la pregunta permanece: ¿estas acciones constituyen una verdadera transformación del poder dentro de la Iglesia o solo una apertura limitada dentro de una estructura aún profundamente desigual? Con la salud del Papa debilitada, el futuro de esta apertura aún es incierto, y el riesgo de un retroceso es latente.