Luis Antonio Tagle, cardenal filipino de 67 años, ha comenzado a sonar con fuerza entre los posibles sucesores del papa Francisco. Cercano al pontífice argentino en su visión de una Iglesia centrada en los marginados y la misión evangelizadora, Tagle ha sido considerado desde hace años como uno de los papabili, y hoy ocupa el segundo lugar en las casas de apuestas británicas, solo detrás del cardenal Pietro Parolin.

Ordenado sacerdote en 1982, Tagle se convirtió en arzobispo de Manila en 2011, un cargo de peso político y religioso en una de las diócesis más grandes de Asia, donde el catolicismo está en expansión. Fue elevado al cardenalato en 2012 por Benedicto XVI, y en 2019, el papa Francisco lo nombró prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, confiándole responsabilidades clave en la expansión de la Iglesia católica en el mundo.

Conocido por su calidez, cercanía con los fieles y su sentido del humor, "Chito" —como lo llaman afectuosamente en Filipinas— ha sido también una voz crítica en momentos clave. En 2017 denunció enérgicamente la violencia en la guerra contra las drogas impulsada por el entonces presidente Rodrigo Duterte, señalando que “no podemos gobernar la nación matando”. También se pronunció con firmeza durante una cumbre del Vaticano en 2019 sobre los abusos sexuales en la Iglesia, advirtiendo sobre las “heridas profundas” provocadas por el encubrimiento.

Sin embargo, su trayectoria no ha estado exenta de cuestionamientos. Ha sido criticado por no tomar medidas más contundentes frente al abuso clerical en su país y por la contratación en una filial de Caritas —organización que dirigió entre 2015 y 2022— de un sacerdote condenado por pederastia. Pese a ello, su figura se mantiene fuerte entre quienes abogan por una renovación de la Iglesia católica, y su perfil multicultural, así como su experiencia misionera, podrían colocarlo en la ruta hacia el trono de San Pedro.