Las guitarras, las voces y el poder del heavy metal tomaron por asalto la Arena Ciudad de México, donde Judas Priest ofreció un espectáculo cargado de adrenalina, pasión y nostalgia. A las 22:40 horas, los primeros acordes de “Panic attack” marcaron el inicio de un viaje musical que hizo vibrar al público, que entre cervezas, cabelleras al aire y coros unísonos celebró cada momento.
El repertorio incluyó temas emblemáticos como “Breaking the law” y “Riding on the wind”, en los que el virtuosismo de Andy Sneap, Richie Faulkner y Scott Travis desató ovaciones y puños en alto. El vocalista Rob Halford, fiel a su estilo, se limitó a animar con un “¿Están listos, Ciudad de México?”, mientras los fans respondían con entusiasmo, coreando sin descanso y armando el tradicional slam.
Con éxitos como “Love bites”, “Devil’s child” y “Saints in hell”, la banda británica mantuvo encendida la comunión rockera. Halford, enfundado en chalecos de cuero y gafas oscuras, regaló a los asistentes un momento íntimo al sentarse a contemplar la entrega del público antes de interpretar “Turbo lover”, uno de los temas más coreados de la noche.
La velada alcanzó su clímax con “Hell bent for leather”, donde Halford apareció montado en su icónica motocicleta, esta vez portando un sombrero de charro, desatando el grito colectivo de la Arena. La banda sueca Opeth abrió la noche con una hora de metal progresivo, preparando el terreno para un concierto que, una vez más, dejó claro que Judas Priest sigue haciendo historia en México y en el mundo.