Este lunes, los trabajadores del Vaticano que asistirán al cónclave para elegir al nuevo papa prestaron su juramento de secreto, como dicta la ley vaticana. Entre ellos se encuentran limpiadores, cocineros, médicos, enfermeras, conductores y operadores de ascensores, quienes estarán al servicio de los 133 cardenales electores durante el proceso de elección. Cualquier revelación sobre los votos o procedimientos dentro del cónclave acarreará la excomunión automática, un castigo estipulado por las normas establecidas por el papa Benedicto XVI en 2013.
La toma de juramento se realizó en la capilla Paulina, donde los asistentes prometieron mantener el secreto absoluto sobre los detalles de la elección papal y abstenerse de grabar cualquier momento con dispositivos de audio o video. Este juramento será reforzado nuevamente el miércoles, cuando los cardenales lo reiteren antes de comenzar las votaciones.
Además de los cardenales, el Vaticano ha preparado meticulosamente la capilla Sixtina y la infraestructura para el cónclave. Desde la instalación de un piso flotante hasta la colocación de la chimenea que indicará los resultados, cada detalle sigue estrictos protocolos. Los puntos de acceso a la zona están sellados y todos los presentes en el proceso, desde la Guardia Suiza hasta los técnicos, han prestado juramento de mantener la confidencialidad.