La fibromialgia y el síndrome de fatiga crónica son padecimientos que comparten una complejidad clínica que va más allá del dolor físico. Aunque afectan principalmente a mujeres en edad productiva, también se presentan en hombres y adolescentes, generando un profundo impacto en la vida diaria de quienes los padecen. Estos trastornos no solo son difíciles de diagnosticar, sino que siguen siendo invisibilizados por gran parte de la sociedad.
En el caso de la fibromialgia, se manifiesta a través de dolor muscular generalizado, rigidez, insomnio, dificultades cognitivas y alteraciones emocionales como ansiedad o depresión. Aunque se desconoce su causa exacta, se ha vinculado a alteraciones neurológicas en la forma en que el cuerpo procesa el dolor, así como a factores genéticos, estrés y experiencias traumáticas. Su diagnóstico requiere de un abordaje multidisciplinario para descartar otras enfermedades similares.
Por otro lado, el síndrome de fatiga crónica, también conocido como encefalomielitis miálgica, es una afección neuroinflamatoria que puede provocar agotamiento físico y mental severo, incluso tras actividades mínimas. Se estima que afecta entre el 0.3 y 0.5% de la población mundial y, al igual que la fibromialgia, comparte síntomas como dolores musculares, trastornos del sueño, migraña y problemas de concentración. Ambos padecimientos pueden coexistir, dificultando aún más su tratamiento.
El manejo de estas enfermedades requiere una atención integral que incluya medicamentos, terapia cognitivo-conductual, técnicas de relajación y actividad física de bajo impacto como yoga o natación. Además, resulta esencial fortalecer la red de apoyo y fomentar la empatía hacia quienes enfrentan estos diagnósticos. En el marco del 12 de mayo, Día Mundial de la Fibromialgia y del Síndrome de Fatiga Crónica, especialistas hacen un llamado a la sociedad para generar mayor conciencia, comprensión y acompañamiento.