Este domingo concluyó finalmente la cita con la democracia. Hay quienes votaron, quienes omitieron acudir a las urnas, quienes movilizaron personas a favor y en contra. Pero finalmente terminó este ejercicio en una primera etapa. Hablar de éxito o fracaso sería aventurado en este momento; sin embargo, es preciso hacer varias reflexiones de cara al próximo —o próximos— procesos electorales. Como creyente en la democracia, aunque no comparta del todo esta elección como ejercicio electoral, me parece interesante la experiencia.
Podría considerar como un punto positivo el hecho de que hubo un quiebre entre el poder judicial y los medios o canales de difusión, lo cual me parece necesario mantener en un futuro próximo. Esto permitirá sentencias más eficaces, transparentes y con amplia difusión. Sin embargo, este aspecto debe manejarse con cautela. Durante mucho tiempo, los tribunales jurisdiccionales optaron por un modelo opaco, evitando comunicar sus sentencias. Aunque recientemente la Suprema Corte de Justicia de la Nación comenzó a difundir algunos criterios, aún falta mucho por hacer. Veremos si quienes prometieron reformas cumplen con lo dicho.
Con base en los resultados virtuales, se vislumbra que los cambios no serán sustanciales. Veremos caras conocidas, pero el verdadero reto —si es que se concreta su llegada— será atender las necesidades de justicia del estado. Terminada la "fiesta de la democracia", los expedientes se siguen acumulando día tras día. Habrá que observar qué tan eficaz resulta la nueva integración del poder judicial para desahogar un sistema congestionado, que requiere justicia pronta, pero también enfrenta la curva de aprendizaje de quienes llegan nuevos a magistraturas y juzgados. Veremos cuánto rezago, cuántas renuncias y qué irregularidades salen a la luz en este entorno.
En esta misma tesitura, debemos asimilar que no será nada sencillo construir una nueva narrativa y modernizar el poder judicial. Además, no hay certeza de que los trabajadores actuales de los juzgados logren armonizar sus criterios jurídicos con los de los nuevos juzgadores. Esto generará una dinámica de adaptación que podría retrasar la resolución de asuntos. Aun así, esperemos que esta curva de aprendizaje se supere a la brevedad. Es necesario señalar también que quienes realmente llevan el trabajo duro en los juzgados son los secretarios. Por tanto, el mayor reto y la mayor carga laboral recaerán en ellos, quienes serán clave para evitar el colapso del sistema.
Otro de los retos tras la elección es abordar el tema de la legitimación. Si bien es cierto que la entidad potosina logró posicionarse entre las de mayor participación ciudadana a nivel nacional, preocupa la cantidad de votos nulos y en blanco registrados. Es necesario evaluar cómo optimizar el sistema de votación, ya sea de forma gradual o escalonada. Sin duda, en un proceso similar, los ciudadanos podrían mantener o incluso superar la expectativa. Aunque muchos fueron sacados de su contexto, eso no significa que no sepan votar o elegir. Pero es claro que se requieren mejoras. ¿Por qué no pensar ya en migrar hacia sistemas electrónicos, ahora que la euforia de la “cuarta transformación” ha motivado a votar por los poderes y otros ejercicios de decisión democrática?
Es cierto: no todos estamos de acuerdo con los resultados, pero una vez que se realice la toma de protesta de los funcionarios, no hay vuelta atrás. Esa será la forma en que se conducirá la política judicial de ahora en adelante. Y su funcionamiento impactará a todos los que hagan uso del sistema judicial, hayan votado o no. Los resultados influirán en las decisiones judiciales de los próximos años, y quienes hoy resulten ganadores, eventualmente también podrán ser cuestionados.
Hoy concluye apenas la primera etapa. No todo está definido. Aún faltan las impugnaciones, aunque al parecer no serán muchas. Sin embargo, queda un camino incierto por recorrer. Entre el cargo y la impugnación hay mucho trecho, y no se descarta que la lista definitiva cambie. Todo puede pasar, porque nada está escrito en piedra.
Finalmente, el llamado es a la reflexión: para los ciudadanos, las autoridades, los gobiernos, pero sobre todo para los juzgadores. Muy pocas personas son capaces de juzgar de forma imparcial. Ya veremos qué resultados se obtienen de este ejercicio. Será el tiempo quien defina si fue lo correcto... o si fue un error.