Hoy en día, exentarnos del uso del celular es algo casi imposible. Más que un dispositivo que utilizamos para comunicarnos diariamente, se ha transformado en nuestra agenda, nuestro despertador, nuestra herramienta de trabajo e incluso en un centro de entretenimiento portátil que puedes sacar del bolsillo cada vez que te convenga. Sin embargo, ¿Cuál es el límite? ¿Hasta qué punto está actividad constante es sana? ¿Cómo un aparato tan inofensivo puede llegar a convertirse en un arma letal en nuestra contra?
Aunque no lo creas, hubo una época en la que el uso del celular no era algo tan continuo como lo vemos en la actualidad y se utilizaba para su único y exclusivo propósito original que era la comunicación. No obstante, en la década de los 90 y a principios de los 2000, es donde empieza a popularizarse cada vez más, gracias a la llegada de los smartphones, creando una revolución en la industria de la telecomunicación y sirviendo como parteaguas para miles de cambios y modificaciones futuras, que compondrían lo que hoy llamamos "teléfono celular".
Adentrándonos a las consecuencias negativas derivadas del uso excesivo, entra a escena una de ellas, que ha estado en boca de muchos en los últimos años: ¿La radiación que emite nuestro teléfono puede ocasionar daños en nuestro cuerpo?
Según la Doctora Devra Davis, es completamente posible. Y en realidad, a un nivel estratosférico hablando de las células cerebrales de un niño y adolescentes. De acuerdo alas palabras de la doctora, cuando colocamos nuestro celular para contestar una llamada, nuestro cerebro es capaz de absorber la mitad de la radiación que emite el teléfono. Y según resonancias magnéticas, la radiación abarca no solo nuestra oreja sino, que alcanza hasta la mitad de nuestra cabeza, invadiendo de igual forma el globo ocular. Lo cual representa una exposición enorme.
Además de esto, existen diversos estudios que comprueban los estragos que conlleva el uso excesivo del celular en un aspecto físico y psicológico.
De acuerdo a uno de ellos, realizado en 2017 en Japón, se descubrió que el uso de móviles durante más de cinco horas se asocia con menor duración del sueño e insomnio. Y que utilizar nuestro dispositivo móvil durante 2 horas o más por día para servicios de redes sociales y chats en línea, puede ocasionar un mayor riesgo de depresión.
La explicación del porque el celular puede generar un desbalance en nuestro ciclo del sueño, según la página Sleep Fundation, es debido a que la luz azul que emiten las pantallas, interfiere con la producción de la melatonina. Una hormona natural que se libera en la noche para ayudarte a sentirte cansado y listo para dormir.
Un estudio publicado por la Psychological Association, en el cual se analizó a cerca de 300,000 mil niños, distribuyéndolos en 117 estudios, demostró que el uso de pantallas en menores de diez años, podían generar problemas relacionados con ansiedad y dificultad para concentrarse.
A esto, añadamos el reciente trabajo de la médica y especialista en psiquiatría, Marián Rojas Estapé. Misma que ha compartido en múltiples libros y entrevistas como la sociedad se ha vuelto intolerable a frustración y al mismo tiempo adicta al placer inmediato, resultados que en gran medida, se deben al uso excesivo de utilizar dispositivos como celulares, tabletas, laptops, computadoras inteligentes e incluso las redes sociales, de manera excesiva.
Con cada uno de estos datos, es significativo destacar, que no se busca satanizar la utilización de ninguno de estos dispositivos. Al principio comentábamos lo indispensables que se han vuelto en la actualidad y las herramientas imprescindibles que se han convertido en muchos ámbitos de nuestra vida diaria. Sin embargo, es sustancial comprender el balance que debemos adquirir al hablar de ellas, conocer su impacto negativo, nos permite tomar una consciencia más profunda sobre los daños y como reducir y amenizar los mismos.
Cómo en todo capítulo de mi columna querido lector, es importante mencionarte, que este espacio busca difundir información recabada en diferentes sitios web especializados en psicología y con profesionales de la salud mental, con el propósito de que podamos cuestionar de manera profunda nuestra mente, lo que sucede en nuestro cerebro y sobre todo indagar nuestro mundo interno, sin embargo, no planea sustituir la terapia psicológica de ningún modo ni dar un diagnóstico. Todos somos seres individuales y diferentes, si necesitas ayuda o estás atravesando una situación compleja, la mejor opción siempre será acudir con un especialista.
A pesar de que nuestros dispositivos sean una parte prioritaria en nuestras vidas, detenernos y analizar todo lo que hay detrás de ellos, y sus repercusiones, pueden hacer la gran diferencia en nuestro bienestar.