"Todo lo que se reprime se convierte en síntoma"
- Sigmund Freud
¿Te ha pasado que tienes un malestar en el cuerpo que por más que intentas descubrir su origen, no logras encontrarlo?.
En muchos capítulos, hemos platicado como lo que sucede en nuestro mundo interno, se refleja constantemente en nuestro entorno físico, y como la salud emocional está estrechamente relacionada con nuestra salud física, y aunque parezca algo increíble, las emociones que almacenamos día con día, sin una gestión adecuada, tienen repercusiones que son expuestas a través de nuestro cuerpo. El día de hoy, querido lector, hablaremos sobre la somatización.
Según el Dr. Nirdosh Kohra, la somatización tiene que ver con la forma en la que percibimos una situación particular en nuestra vida, redireccionando su efecto emocional en una parte de nuestro cuerpo, es decir, que si estamos atravesando un evento conflictivo en nuestra vida, las emociones derivadas de el, al no ser resueltas y atendidas, buscarán expresarse a través del cuerpo, tratando de que sobrevivamos o sobrellevemos ese acontecimiento. Mientras que el sitio web Psicología y Mente, nos comparte que la somatización puede definirse como un conjunto de síntomas físicos que producen malestar y que no pueden ser explicados médicamente a partir de una revisión del cuerpo.
Pongamos un ejemplo simple: Supongamos que una persona que cada vez que discute con su pareja, siente un dolor fuerte en el estómago, sin embargo al ir al médico, todos sus exámenes salen normales. Entonces el dolor no es "fingido" ni "imaginario", es real, pero su origen no es físico, sino emocional.
Y aunque pareciera algo increíble, tiene una razón científica detrás, que el sitio web Psicología y Mente también nos explica.
De acuerdo a la información que nos comparte, dentro de este proceso interviene una estructura interna mejor conocida como el sistema nervioso somático, mismo que se encarga de dos funciones principales, una es recoger información del entorno a través de los sentidos y la segunda es controlar los movimientos voluntarios del cuerpo.
Cuando vives una emoción fuerte como tristeza, ansiedad o un estrés prolongado, tu cuerpo reacciona físicamente, aunque no haya una causa médica visible, aquí es donde el sistema nervioso somático interviene. Recoge la señal del malestar emocional, aunque no sea algo "tangible", activa ciertos músculos y zonas del cuerpo, como si el malestar emocional fuera una amenaza real, traduciendolo en un resultado de dolores físicos (dolor de cabeza, cuello tenso, estómago revuelto, etc.) pero que no vienen de una enfermedad orgánica, sino de una emoción no procesada.
Otro ejemplo de como sucede el proceso de somatización a un nivel más peligroso, de acuerdo al sitio Aguice Psicología, son los ataques de ansiedad, en el que la ansiedad no activa única y exclusivamente el sistema nervioso somático, sino también el sistema nervioso autónomo, mismo que se encarga de regular funciones internas automáticas como el latido y la respiración, provocando hiperventilación, aumento del ritmo cardíaco y la sensación de falta de aire o nudo en la garganta.
El sistema nervioso autónomo se convierte en el motor automático que acelera sin que lo decidas. Mientras que el sistema somático es el volante que intenta controlar lo que siente ese motor.
La gran repercusión que tiene la somatización en nuestra vida, no se reduce meramente en síntomas físicos, sino a consecuencias que pueden llegar a paralizar nuestra cotidianidad y día a día. Según el sitio Escritos de Psicología, el 30% de las personas que experimentan somatización desarrollan trastornos psicológicos más graves. Y entre algunas de las secuelas negativas se encuentran los problemas de salud crónicos, el aislamiento social y deterioro en el rendimiento laboral.
Es importante mencionar, querido lector, que pueden existir ciertas herramientas que pueden contrarrestar la somatización, sin embargo, si te encuentras en una situación de este tipo, la mejor opción siempre será acudir con un especialista que pueda darte un diagnóstico preciso.
Como en cada capítulo de mi columna, debo recordarte que este es un espacio dedicado a la investigación y difusión de información recabada en sitios web especializados de psicología y con profesionales de la salud mental, con el objetivo de que podamos entender un poco mejor como funciona nuestro mundo interno y adquirir herramientas que puedan auxiliarnos, sin embargo no planea sustituir la terapia psicológica ni proporcionar ningún diagnóstico, cada uno de nosotros somos seres individuales y diferentes, si necesitas más información, te invito a acercarte con un profesional que pueda guiarte en tu proceso.
Escuchar a nuestro cuerpo es vital, para entender el trasfondo de ciertas situaciones que en el momento desconocemos su porque. Nos ayuda a prestar atención y es una señal de alerta, que nos permite identificar cuando las cosas no se encuentran del todo bien. Más que verlo como un indicio de preocupación, veámoslo como un mecanismo fascinante que posee nuestro cuerpo, para avisarnos de la importancia de hacernos conscientes de lo que sucede dentro de nosotros, obviamente no restándole la importancia a los efectos negativos, sin buscar llevarlo a un extremo, y atenderlo siempre lo más pronto que se pueda.
Recuerda que nuestra salud mental y física, son dos factores que trabajan en conjunto, no pueden funcionar correctamente el uno sin el otro, es significativo cuidar a cada uno y asistirlo para existir en armonía.