Tras el cese del fuego entre Israel e Irán, el primer ministro Benjamin Netanyahu enfrenta una nueva ola de cuestionamientos por no haber logrado poner fin al conflicto con Hamás en Gaza. Aunque su popularidad se incrementó brevemente después de la ofensiva conjunta con Estados Unidos contra instalaciones nucleares iraníes, la sociedad israelí vuelve a expresar un amplio rechazo a su gestión, según los últimos sondeos.
Analistas locales señalan que, si bien el gobierno logró debilitar al grupo islamista Hamás, no consiguió eliminarlo ni alcanzar sus objetivos estratégicos. A esto se suma el creciente malestar por la situación de los rehenes secuestrados el 7 de octubre de 2023, de los cuales al menos 49 permanecen en Gaza, muchos de ellos sin certeza de vida, lo que ha provocado marchas masivas que exigen un alto al fuego definitivo.
Durante las manifestaciones del fin de semana, familiares de las víctimas y exrehenes exigieron acciones concretas para asegurar la liberación de los cautivos. La exrehén Liri Albag pidió a Netanyahu “la misma valentía que mostró frente a Irán” para detener los ataques en Gaza y alcanzar un acuerdo humanitario. En paralelo, figuras políticas como Naftalí Bennett y activistas civiles acusaron al gobierno de mantener un estancamiento “peligroso” sin ofrecer soluciones.
Mientras la guerra de desgaste en Gaza se prolonga, organizaciones internacionales estiman que más de 56 mil personas han perdido la vida en el enclave palestino, en su mayoría civiles. El creciente número de víctimas, sumado al descontento interno en Israel, podría marcar un punto de inflexión para el futuro político de Netanyahu y su permanencia en el poder.