Después de cinco o seis días en que un mandatario no aparezca en la escena pública es cuestionable. En los últimos años pasa en diciembre, en semana santa y a veces en verano, nada se sabe de quienes gobiernan; para medios de comunicación es común decir que 'son días muertos', y se entienden son humanos los que ostentan el poder y la toma de decisiones, tienen familia y deseos de salir a ver el mundo.
Y bajo este entendido les pedimos que nos traten como seres pensantes, somos ciudadanos, merecemos respeto, no mentiras inverosímiles.
Aclaro, no estoy contra nadie, la suerte de 'estás conmigo o estás contra mi', no a todos les encaja, la imparcialidad es un lujo que tengo y que no es moneda de cambio.
La superficialidad se nos ha hecho costumbre, el salir en una foto con un fondo bonito lista para Instagram ha llegado a los palacios, ya sea en un avión o en templete lleno de luces, y aceptarlo parece más digno.
Decir que se apela desde una figura municipal la visita de un jefe de Estado, de un líder del mundo y el representante espiritual más importante del Occidente ofende.
Es una intentona de quedar bien con el 86% de la población se identifica como católica, poco más de dos millones ,426 mil 939 personas del estado ¿Este número creyó? O ya de perdido el millón de personas que viven en la ciudad.
No es personal, aunque cualquiera podría tomarlo así si pretenden que con dos fotos y unas cuantas líneas aceptemoslo que de todas formas nunca ha estado a discusión, pues desde la cúpula las necesidades parecen necedades aunque sean la base de todo.
Los representantes populares nos deben explicaciones, son ellos quienes se postularon, quienes quisieron este trabajo, las justificaciones absurdas, son ofensivas.
En un rayo de conciencia dejando atrás la superficialidad me cuestiono la utilidad en recopilación de millas y la caprichosa fiesta anual de más de 20 días, en fin esta borrachera continuará, y la cruda cobrará el precio de las decisiones unilaterales, de un vicio que pareció fácil y al final cobró factura.